Seguro que lo recordais... el ciclismo era aquél deporte que nos congregaba en verano después de comer frente a los televisores, para empujar a Indurain o a Perico por aquellas cuestas francesas endiabladas, siempre soñando con emular a Hinault o al mítico Merck. Luego, fue visto y no visto... en un plis plas el ciclismo se convirtió, por pecado de unos y silencio de otros, en un ejemplo de corrupción, dopaje y mal ejemplo y mientras unos iban a la cárcel, otros salían por la puerta de atrás de un deporte que no merecía tal descrédito. La muerte esperó a los que no supieron sobreponerse.
Sin embargo el ciclismo cada primavera lucha por reinventar su gloria, por huir de las portadas del escándalo y seguir coronando héroes del esfuerzo y la épica. De esos, en España tenemos unos cuantos. Ayer, en la prueba que abría el concurso olímpico, dos ganadores del Tour – Sastre y Contador- y un triple campeón del mundo – Freire- se dejaron la piel tirando para que Valverde dejase de ser el eterno aspirante y se coronase delante de la Gran Muralla. Una vez más la oportunidad le pasó de largo, pero por allí andaba el “guaje” Samuel Sánchez, otro asturiano de moda en el deporte, cuyo sprint dió a España su primera medalla.. y de oro!.
Verlos abrazados, felices, sintiendo como propia la medalla del compañero nos recordó seguramente, que el ciclismo es también equipo, compañerismo, coraje, entrega y generosidad... Ojalá “los vampiros” no encuentren trabajo que hacer y las sobremesas del verano vuelvan a llenarse de héroes limpios y de victorias esforzadas, nada más.
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