martes, 20 de diciembre de 2011

El SEXTO PRESIDENTE



Con 187 votos a favor, este martes 20 de diciembre, Mariano Rajoy Brey, pontevedrés de pro, Registrador de la Propiedad, consumado ciclista y merengue confeso, se ha convertido en el sexto Presidente del Gobierno de nuestra Democracia. Arropado por “sus” presidentes autonómicos – incluido Feijoo que prefirió estar en la tribuna de invitados antes de acudir al debate de Orzamentos de la Cámara gallega- , vitoreado por sus compañeros de bancada –incluidos aquellos que, en su día, quisieron deshacerse de él- y fiel a su hieratismo, Rajoy pasó por el Debate de Investidura manejando silencios, anuncios a medias y lugares comunes. Un ejercicio de “marianismo” en estado puro.




Un mes esperando anuncios “dolorosos” y “recortes dramáticos” quedaron reducidos a 48 horas presentando medidas ya conocidas, anunciando reformas sin concretar y pasando de puntillas sobre asuntos, como la política europea, que semejan trascendentes en un momento como el actual. Rajoy no parece dispuesto, tras lo escuchado en el Debate, a modificar sus tiempos y mucho menos a anunciar, antes de lo que tiene previsto, las medidas más duras que podrían recibir contestación social. Mariano va a seguir su ritmo, a pesar del cierto tono de decepción de la prensa derechona, que hartos de anunciar el fin del mundo, se encontraron ayer con el evanescente discurso de un tecnócrata cuando esperaban los enérgicos truenos de un caudillo de la austeridad.




Rajoy convirtió el discurso de Investidura en un prolijo relatorio de la situación económica y una enumeración – no menos prolija- de medidas de carácter menor ya sabidas: algunos regalos fiscales de resultado más que discutible (excepción hecha de la reforma del IVA para los autónomos, importante, sin duda), medidas de apoyo a la contratación demasiado aisladas para ser eficaces, un cierto tufillo a recentralización en la prometida reforma de las Administraciones y un pack de reformas legales que van desde lo anecdótico hasta la imprescindible renovación del TC, pendiente durante años precisamente por la falta de apoyo del PP. Más allá de esto, un cúmulo de interrogantes: de dónde saldrán los 16.500M€ que ha prometido recortar?; cuál será el contenido de la anunciada reforma educativa?; puede el Presidente de un país europeo moderno pasar de puntillas sobre las prioridades en I+D?; qué quiso decir, exactamente, en su ambigua defensa de “todas las energías”?.




En la Investidura del sexto Presidente, al parecer, no había demasiado sitio para el reconocimiento del fin del terrorismo, para alguna afirmación sobre la financiación sanitaria – más allá de la “Cartera de Servicios” que lo mismo vale para un roto que para un descosido- para formular una propuesta concreta de política Exterior o para hablar de las infraestructuras en un país que en poco tiempo estará a la cabeza de la alta velocidad en el mundo. Mariano prefirió el lenguaje espeso de la tecnocracia, trufado con expresiones del “pueblo llano” que diría el ya Presidente.. “al pan, pan…” “a quien madruga..”.. para componer una intervención a su medida aún a riesgo de defraudar a una parte de su claque mediática que habían previsto un “discurso para no olvidar”.




Sin apenas emoción ni recurrir a la épica más que lo imprescindible, Mariano pasó de puntillas también en “su día”, seguro como está de que la prensa amiga todo se lo perdona, Europa –Alemania- no duda que cumplirá los acuerdos alcanzados por el anterior Gobierno y que tiene asegurado el salvoconducto para buena parte de los recortes que tiene en mente. La crisis es así..nos deja una Investidura plúmbea, incluso en el más variopinto y diverso de los Parlamentos en que sólo la insistencia de Rubalcaba logró sacar algún dato extra y la presencia de Rosa Díez y Amaiur desencajaron el hierático rostro del Presidente. No fue, desde luego “un discurso para olvidar. Lo olvidaremos.. vaya si lo olvidaremos.. en cuanto pase marzo y las elecciones andaluzas despejen el camino, olvidaremos lo dicho hoy para sustituirlo por esas medidas que Rajoy prefirió no enunciar siguiendo la máxima que ayer explicaba su mentor, Romay Becaría, “no se puede decir todo”.

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