Cuando allá por el mes de septiembre el debate sobre fusiones en el mundo financiero empezaba a hacerse omnipresente, el PSdeG presentó en el Parlamento gallego una propuesta para crear una Comisión en la cual se pudiera reformar la vigente Lei de Caixas de Aforro. El objetivo era triple: aprovechar el momento para elaborar una Ley que modernizase y profesionalizase el sector, escuchar a los agentes sociales y financieros gallegos y alcanzar el máximo consenso político desde el que proponer una norma que nos sirviese para afrontar los retos de los próximos años.
En aquel momento el PP dijo que no. Al parecer, la ponencia parlamentaria podía “enturbiar” el proceso de alianzas y fusiones impulsado con la aprobación del FROB por el Banco de España y que en Galicia se planteaba como una gran incógnita: era posible y deseable una única entidad surgida de la fusión de ambas Cajas?. En realidad, en aquellas fechas, Feijoo callaba porque contaba con ser capaz de conducir el proceso por la senda del acuerdo y hacer valer su autoridad sobre las direcciones de Caixa Galicia y Caixanova. Sabía que estaba ante el principal reto desde que tomara posesión y no quería compartir lo que, presumía, sería su gran momento. Pero nada fue como esperaba.
Las reticencias públicas de Gayoso, los silencios medidos de Caixa Galicia, las dudas de los empresarios, los movimientos de cajas foráneas, los deseos inconfesables de la calle Génova, las exigencias de los sindicatos… De repente Feijoo se dio cuenta de que también podía perder… y decidió compartir la derrota. Pero aún así, obtuvo el respaldo y el consenso que, probablemente, no mereciera. El asunto es de tal trascendencia que los socialistas, con Pachi Vázquez a la cabeza, no dudamos ni un segundo en ofrecer al Presidente de la Xunta trabajo y lealtad. Con el apoyo de todos Feijoo intentó la última pirueta: ya que no era capaz de alcanzar un acuerdo entre Cajas, lo forzaría reformando la Ley autonómica, cambiando los Consejos de Administración y utilizando una norma de este calado como un mero instrumento contra aquellos que no se plegaran a sus deseos de acelerar la fusión y conseguir el trofeo ansiado. Y en el BNG encontró la solución: mientras Feijoo se entrevistaba con los dirigentes de las entidades financieras, Pedro Puy anunciaba en el Pleno el voto afirmativo a la Proposición de Lei nacionalista. Habría reforma de la norma… y quienes dirigen las Cajas entenderían el ultimátum.
Feijoo pisa el acelerador. El voto afirmativo le permite avanzar en varias direcciones: se salta los informes previos preceptivos si la Ley fuese de impulso gubernamental; compromete, en buena medida, el voto afirmativo del BNG; esconde su propuesta mientras enmienda, del primero al último artículo, la Proposición nacionalista; evita la consulta a sectores ciudadanos que pudieran comprometerle la redacción final: la Ley saldrá sin aportaciones de sindicatos, empresariado, ayuntamientos, impositores, usuarios, asociaciones vecinales, ONGs… Y por último, quizás lo más importante.. Con la disculpa de la urgencia, Feijoo desliza en la Ley factores que serían contestados ampliamente en otras circunstancias: disminuye la presencia de consejeros municipales quitándose de encima la representación de las grandes ciudades, donde gobiernan los socialistas y el BNG; prepara enmiendas para “reubicar” a consejeros y directivos de las actuales Cajas, comprando voluntades; incluye cláusulas imposibles para controlar absolutamente la inversión de la Obra Social, convirtiendo la misma en “otra Consellería” y se asegura, mediante un complejo sistema de reparto de Consejeros, que el PP controlará los (el ) Consejos (Consejo)… El Presidente quiere no sólo el poder político sino también el económico.
El objetivo último de la Ley no es sino el control de las entidades financieras por parte de la Xunta y a ello se aplican con fruición. Cómo si no, explicar el absoluto desprecio al consenso filtrando el resultado de la tan traída y llevada auditoría?; cómo si no explicar la minuciosa información acerca de la visita al Banco de España y la posterior conversación con Fernández Ordoñez?; cómo comprender la voluntad manifestada, a través de las enmiendas del PP, de que ambos Consejos se renueven en su totalidad en dos meses?.. En el momento más crítico de las dos entidades es lógico que sus direcciones cambien por completo incluso antes de la fusión?... Demasiadas dudas, demasiadas sospechas, demasiadas evidencias, también. El PP quiere las Cajas, quiere su control y quiere sus fondos para sufragar la Ciudad de la Cultura, los gastos de la Dependencia o cualesquiera que sean sus prioridades a partir de ahora. Lo quiere y está dispuesta, no sólo a conseguirlo sino a disfrazarlo de “un asunto de país”, mientras algunos se sienten complacidos ejerciendo de testaferro de la derecha. El BNG puso la Proposición, y el PP la letra. Quién da más…?
En aquel momento el PP dijo que no. Al parecer, la ponencia parlamentaria podía “enturbiar” el proceso de alianzas y fusiones impulsado con la aprobación del FROB por el Banco de España y que en Galicia se planteaba como una gran incógnita: era posible y deseable una única entidad surgida de la fusión de ambas Cajas?. En realidad, en aquellas fechas, Feijoo callaba porque contaba con ser capaz de conducir el proceso por la senda del acuerdo y hacer valer su autoridad sobre las direcciones de Caixa Galicia y Caixanova. Sabía que estaba ante el principal reto desde que tomara posesión y no quería compartir lo que, presumía, sería su gran momento. Pero nada fue como esperaba.
Las reticencias públicas de Gayoso, los silencios medidos de Caixa Galicia, las dudas de los empresarios, los movimientos de cajas foráneas, los deseos inconfesables de la calle Génova, las exigencias de los sindicatos… De repente Feijoo se dio cuenta de que también podía perder… y decidió compartir la derrota. Pero aún así, obtuvo el respaldo y el consenso que, probablemente, no mereciera. El asunto es de tal trascendencia que los socialistas, con Pachi Vázquez a la cabeza, no dudamos ni un segundo en ofrecer al Presidente de la Xunta trabajo y lealtad. Con el apoyo de todos Feijoo intentó la última pirueta: ya que no era capaz de alcanzar un acuerdo entre Cajas, lo forzaría reformando la Ley autonómica, cambiando los Consejos de Administración y utilizando una norma de este calado como un mero instrumento contra aquellos que no se plegaran a sus deseos de acelerar la fusión y conseguir el trofeo ansiado. Y en el BNG encontró la solución: mientras Feijoo se entrevistaba con los dirigentes de las entidades financieras, Pedro Puy anunciaba en el Pleno el voto afirmativo a la Proposición de Lei nacionalista. Habría reforma de la norma… y quienes dirigen las Cajas entenderían el ultimátum.
Feijoo pisa el acelerador. El voto afirmativo le permite avanzar en varias direcciones: se salta los informes previos preceptivos si la Ley fuese de impulso gubernamental; compromete, en buena medida, el voto afirmativo del BNG; esconde su propuesta mientras enmienda, del primero al último artículo, la Proposición nacionalista; evita la consulta a sectores ciudadanos que pudieran comprometerle la redacción final: la Ley saldrá sin aportaciones de sindicatos, empresariado, ayuntamientos, impositores, usuarios, asociaciones vecinales, ONGs… Y por último, quizás lo más importante.. Con la disculpa de la urgencia, Feijoo desliza en la Ley factores que serían contestados ampliamente en otras circunstancias: disminuye la presencia de consejeros municipales quitándose de encima la representación de las grandes ciudades, donde gobiernan los socialistas y el BNG; prepara enmiendas para “reubicar” a consejeros y directivos de las actuales Cajas, comprando voluntades; incluye cláusulas imposibles para controlar absolutamente la inversión de la Obra Social, convirtiendo la misma en “otra Consellería” y se asegura, mediante un complejo sistema de reparto de Consejeros, que el PP controlará los (el ) Consejos (Consejo)… El Presidente quiere no sólo el poder político sino también el económico.
El objetivo último de la Ley no es sino el control de las entidades financieras por parte de la Xunta y a ello se aplican con fruición. Cómo si no, explicar el absoluto desprecio al consenso filtrando el resultado de la tan traída y llevada auditoría?; cómo si no explicar la minuciosa información acerca de la visita al Banco de España y la posterior conversación con Fernández Ordoñez?; cómo comprender la voluntad manifestada, a través de las enmiendas del PP, de que ambos Consejos se renueven en su totalidad en dos meses?.. En el momento más crítico de las dos entidades es lógico que sus direcciones cambien por completo incluso antes de la fusión?... Demasiadas dudas, demasiadas sospechas, demasiadas evidencias, también. El PP quiere las Cajas, quiere su control y quiere sus fondos para sufragar la Ciudad de la Cultura, los gastos de la Dependencia o cualesquiera que sean sus prioridades a partir de ahora. Lo quiere y está dispuesta, no sólo a conseguirlo sino a disfrazarlo de “un asunto de país”, mientras algunos se sienten complacidos ejerciendo de testaferro de la derecha. El BNG puso la Proposición, y el PP la letra. Quién da más…?
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