Dice el refrán que dos no discuten si uno no quiere. La máxima es aplicable a su contrario.. dos no llegarán jamás a un acuerdo si uno se empeña en que no lo haya. El PP acudió a la cuarta Conferencia de Presidentes con la voluntad manifiesta – y manifestada – de bloquear cualquier posible propuesta conjunta e impedir que la foto institucional se viese acompañada por el mínimo consenso que pudiese suponer un rédito a Zapatero.
Que al PP no le gusta la Conferencia de Presidentes es un secreto a voces. Puesta en marcha por el Gobierno socialista su autoría ha sido tradicionalmente adjudicada a Manuel Fraga, pero no es una novedad la reticencia que Rajoy y su gente han demostrado desde su primera convocatoria; así, el boicot de ayer no fue el primero, ni será el último si no se reforma este órgano que está llamado a servir de foro territorial en tanto el Senado no asuma esa función. Pero sí es cierto que el de ayer resultó ser el veto más irresponsable en el momento más crítico. La crisis económica no parece el marco más adecuado para que los populares decidan jugar al escondite con los necesarios pactos de Estado y la puesta en escena llevada a cabo por los presidentes conservadores no deja lugar a dudas: desde la reunión del viernes en la calle Génova no había acuerdo posible.
Feijoo y Esperanza Aguirre, cada uno en su estilo, fueron los encargados de clarificar la postura del principal partido de la oposición. Tiene hasta un punto cruel el hecho de que el Presidente de la Xunta ejerciera su tan querido papel de portavoz popular; él que hace apenas unos meses exigía a voz en grito una Conferencia de Presidentes para llegar a acuerdos sobre el empleo y la crisis económica, fue el encargado de anunciar, apenas pasado el mediodía, que no iba a llegarse al consenso. Por qué?. Argumentos no le faltaron al señor Feijoo, lástima que algunos fueran insostenibles y otros directamente incoherentes con las políticas llevadas a cabo por los populares.
Al parecer el documento presentado por el Gobierno no “concretaba medidas”. Basta una ojeada a la citada propuesta para comprobar que su nivel de detalle es ciertamente mayor que el “decálogo” que los conservadores llevaron a la reunión. En cualquier caso, dada la naturaleza de la Conferencia, no parece que sea ni exigible ni siquiera deseable que se aprueben acciones específicas, sobre todo cuando después deberían remitirse a la Mesa de Diálogo Social, como se recoge hoy en algún editorial. Afirmó, asimismo, Núñez Feijoo, que se les pedía “una decisión demasiado rápida”. Qué curiosa protesta viniendo del Presidente que aspira a aprobar una “Lei de Caixas” en apenas 14 dias, incluyendo Navidad, sin consulta ciudadana o social alguna y sin haber hecho público el texto; esto es, sobre una Proposición de Ley del BNG que va a ser enmendada de principio a fin por parte del grupo mayoritario.
En el fondo de todas estas explicaciones no se encuentra nada más que la deserción del PP ante su responsabilidad como principal partido de la oposición. No hay nada más que partidismo puro y duro y, una vez más, Feijoo pensó antes en el PP y las directrices de Génova que en lo que hoy Galicia y España precisan. El documento presentado por el Gobierno recoge una exhaustiva relación de propuestas dirigidas a mejorar la eficiencia y eficacia de la administración, a reformar de manera integral la FP, a impulsar la colaboración de los emprendedores en la generación de programas formativos y de empleo, a proponer cambios en el mercado laboral, a poner en marcha políticas de ahorro energético en las administraciones públicas, a acelerar el desarrollo de las infraestructuras de comunicación… En definitiva, un documento que incluye ocho de los diez puntos del decálogo del PP y que se dirige, atinadamente, a aquellos factores que hoy deben barajarse para frenar la caída del empleo y generar actividad económica.
Las Comunidades Autónomas, quieran o no quieran Rajoy, Feijoo, Aguirre y Camps, tienen un papel de enorme importancia a la hora de reducir el gasto público, de proteger a familias y trabajadores, de servir de motor económico para nuestra sociedad. Y ni pueden ni deben desistir de asumir su responsabilidad. En lenguaje de Esperanza Aguirre, este también es “su” marrón. Quienes gestionan la mitad del presupuesto público, quienes acaban de recibir financiación extra, quienes mantienen una importante capacidad legislativa.. no pueden pasar de puntillas por la crisis y dedicarse a mirar al Gobierno de España esperando que tal o cual solución les guste más o menos. Eso no es un Estado descentralizado, ese no es nuestro modelo de Estado. España es solidaridad pero también corresponsabilidad, pese a que ni Aguirre ni Feijoo lo hayan comprendido aún.
2 comentarios:
De la derecha y mucho más de ésta derecha que tenemos en España, no se puede esperar nada positivo.
No tienen mentalidad de Estado, sólo piensan en obtener el Poder a cualquier precio, y ese Poder bien podemos imaginarnos como lo van a utilizar.
Hoy pienso si no hubiese sido mejor haber perdido las elecciones generales, y que les hubiese tocado a ellos el marrón de la crisis, quizás la sociedad española viendo recortados sus derechos se movilizaría contra esta clase dirigente y comenzase a gestarse una nueva Revolución.
El Poder emana del pueblo, lo dice la Constitución, la que ellos tanto reivindican, y de la que se les llena la boca, para acusar a Zapatero de vulnerarla a todas horas.
Más les vale que vuelvan por la senda democrática, porque si llegan al poder solo faltaría que dijesen que no pueden solucionar los problemas y como siempre la culpa de Zapatero, el pueblo no es tan tonto, y su Constitución puede estallarle en sus propias narices.
Oye, Mar. Casi dile a este pirado con el nick de Angus, que una REvolución no es algo para tomarse a la ligera y que si tantas ganas tiene de marcha, por desgracia, hay frentes abiertos en buena parte del planeta, para que viaje y tome notas de lo que, de ninguna manera, tenemos que promover( ni de broma) con tanta frivolidad en nuestro país. Aquí la derecha será todo lo que este lelo quiera, pero de ahí a hablar de promover una revolución, o de alterar unos resultados democráticos por conveniencias o inconveniencias, ... en fin. Que, según parece, Angus se perdió el curso desde el primer día de clase y, a la vista de las cosas que con tanta frivolidad afirma, casi mejor que vuelva al cole, desde el principio. A parvulitos, vaya.
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