LAS MENTIRAS DE FEIJOO

El viernes los rumores se dispararon. La SER iba a hacer pública la oscura historia del “fichaje estrella” de Nuñez Feijoo, Luis Carrera. Apenas veintiun dias después a ser presentado como la esperanza de los gallegos ante la crisis, la apuesta orensana del candidato popular saltaba por los aires al descubrirse que había defraudado al fisco, al menos en una ocasión, tras recibir, en una cuenta en las Caimán, la comisión de un banco portugués.

El mismo viernes Garzón ordenaba una serie de detenciones en Madrid: emrpesarios de la órbita de Aznar y, entre ellos, Pablo Crespo, el otrora Secretario de Organización del PPdG, pontevedrés del entorno de Rajoy y Ana Pastor – su mujer formó parte del gabinete de la diputada popular en su etapa de Ministra de Sanidad – y administrador de un número importante de empresas que obtuvieron contratos y concesiones de los gobiernos de Fraga, a través de varias Consellerías.

De inmediato, Feijoo comienza una estrategia de mentiras o medias verdades para intentar que el “vendaval” de corrupción no se lo lleve por delante, sin siquiera haber comenzado la campaña electoral. Veamos algunas:

Primera mentira. Feijoo dice desconocer los “problemas” con el fisco de Luis Carrera. Falso. Desde que empezó a pensar en él como cabeza de lista no dejaron de llegarle avisos y advertencias de que el supuesto “fenómeno de las finanzas” no era lo que parecía. Personalidades del mundo de la economía, “peperos” orensanos, empresarios de renombre y periodistas con conocimiento de causa recordaron a Alberto Núñez Feijoo los affaires laborales de su apadrinado y le advirtieron de que eran más las sombras que las luces alrededor de quien, segun el candidato del PP, estaba llamado a dirigir la eocnomía gallega. Ni caso. Es lo que tiene la soberbia y el conocer más bien poco la historia contemporanea del país en que se vive.

Segunda mentira. Con aspecto demudado, Feijoo anuncia que “ha decidido destituir” a Carrera, al conocer su pasado. Falso. Como conoce de sobra alguien al que – según sus palabras – “le nacieron los dientes en la administración”, una vez proclamadas las candidaturas por la Junta Electoral, Feijoo no tenía ninguna capacidad ni posibilidad de cesar, destituir o prescindir de alguien. Sólo pudo pedirle a Carrera que renunciara él mismo, como pudimos constatar al ver sus fotos firmando su dimisión esta misma mañana.

Tercera mentira. Consciente de que la historia de Carrera tiene un recorrido más bien corto pero la detención de Pablo Crespo es harina de otro costal, Feijoo intenta desesperadamente evitar la larga sombra del empresario hoy detenido. Dice, con la mayor tranquilidad, que no tuvo relación alguna con él. Falso. Crespo fue, durante toda la trayectoria de Feijoo al frente de la COTOP miembro del Consello de Portos de Galicia, por delegación del propio Alberto Núñez. Era, en realidad, el único de los miembros del Consello que estaba ahí “por amistad”, ya que no ostentaba cargo público alguno; sencillamente representaba de manera directa al Conselleiro, se le convocaba a Madrid (su lugar de residencia) donde residía para dedicarse a los negocios por los que hoy se le detiene.

Como siempre hay alguien capaz de empeorar lo que ya va mal, a Negreira, Presidente de Portos durante esa época y amigo personal de Feijoo no se le ocurre nada mejor que explicar que Crespo “no fue nunca a las reuniones del Consello”. O sea, mantenían a un consejero que no representaba a ninguna institución, que no vivía aquí y que no iba. Por qué?. Por listo?, por amigo?, porque sabía demasiado?... Y cobraba?. Por cuántos Consellos le pagaron?. Y si no, por qué le mantuvieron tanto tiempo?.

Mientras los periódicos nos enseñan el rostro de dirigentes populares y empresarios varios detenidos, Feijoo viaja a Argentina y Uruguay, fundamentalmente para no tener que dar la cara y esperando que alguien se pueda creer que esto “es una estrategia del PSOE, los jueces y algun medio de comunicación” para “destruir” al PP -Cospedal, dixit-. Ya sabía yo que al final, recurrirían al contubernio... Lo mejor, como siempre, lo dijo Fraga: “esto, en mis tiempos, no pasaba”.