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A PROPÓSITO DE MARIANO...
Allá por el 91, Harrison Ford encarnó a Henry, en un film de esos con pocas pretensiones, dirigido por Mike Nichols. Henry era un huraño abogado que, tras recibir un disparo en la cabeza quedaba amnésico e intentaba reconstruir su pasado – y su vida- con la ayuda de su familia y sus amigos. Ellos, felices ante esta oportunidad, intentaban cambiar al que fuera intratable letrado en el paraiso de los juristas “yuppies”, por un encantador padre de familia, amante de los suyos y capaz de distinguir lo esencial de lo accesorio....
A Mariano le pasa un poco lo que a nuestro protagonista. Tras la derrota, “conscientemente amnésico” de lo que durante cuatro años representó, trata de recomponer su persona y su discurso y de cambiar la crispación y el enfrentamiento sin fin por la posibilidad de pactos y acuerdos con el Partido Socialista. Y una parte de los suyos, encantados con la posibilidad, le empujan en ese camino... concertar, acordar, pactar... quién sabe...
Pero en la película, no todo era tan fácil.. A Henry una parte de su pasado se mostraba poco dispuesta a dejarle reelaborar su vida. A Mariano le pasa lo mismo... Los radio predicadores, escritores de fina pluma – dedicada fundamentalmente a la ofensa y la calumnia- y “actores de reparto” que durante una legislatura entera le prestaron micrófonos, le impulsaron desde sus editoriales y le organizaron manifestaciones a mayor gloria suya, no parecen dispuestos a dejar los favores sin pagar, ni especialmente satisfechos de que nuestro “Henry” quiera olvidarles...
Naturalmente, el film de Nichols tenía un final adecuado. Con o sin memoria del que había sido, eso es lo de menos, nuestro abogado optaba por la felicidad.. Con Mariano nunca se sabe.. habrá que esperar al Congreso y a ver qué dicen Camps, Aguirre (“la cólera de dios”), y Rato, y Aznar, y Pedro J., y Gallardón ... ay Mariano... quien fuera Harrison Ford!
Allá por el 91, Harrison Ford encarnó a Henry, en un film de esos con pocas pretensiones, dirigido por Mike Nichols. Henry era un huraño abogado que, tras recibir un disparo en la cabeza quedaba amnésico e intentaba reconstruir su pasado – y su vida- con la ayuda de su familia y sus amigos. Ellos, felices ante esta oportunidad, intentaban cambiar al que fuera intratable letrado en el paraiso de los juristas “yuppies”, por un encantador padre de familia, amante de los suyos y capaz de distinguir lo esencial de lo accesorio....
A Mariano le pasa un poco lo que a nuestro protagonista. Tras la derrota, “conscientemente amnésico” de lo que durante cuatro años representó, trata de recomponer su persona y su discurso y de cambiar la crispación y el enfrentamiento sin fin por la posibilidad de pactos y acuerdos con el Partido Socialista. Y una parte de los suyos, encantados con la posibilidad, le empujan en ese camino... concertar, acordar, pactar... quién sabe...
Pero en la película, no todo era tan fácil.. A Henry una parte de su pasado se mostraba poco dispuesta a dejarle reelaborar su vida. A Mariano le pasa lo mismo... Los radio predicadores, escritores de fina pluma – dedicada fundamentalmente a la ofensa y la calumnia- y “actores de reparto” que durante una legislatura entera le prestaron micrófonos, le impulsaron desde sus editoriales y le organizaron manifestaciones a mayor gloria suya, no parecen dispuestos a dejar los favores sin pagar, ni especialmente satisfechos de que nuestro “Henry” quiera olvidarles...
Naturalmente, el film de Nichols tenía un final adecuado. Con o sin memoria del que había sido, eso es lo de menos, nuestro abogado optaba por la felicidad.. Con Mariano nunca se sabe.. habrá que esperar al Congreso y a ver qué dicen Camps, Aguirre (“la cólera de dios”), y Rato, y Aznar, y Pedro J., y Gallardón ... ay Mariano... quien fuera Harrison Ford!
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