Los días pasan y los sondeos se mantienen imperturbables. Quince puntos en intención de voto separan, apenas a unos días del inicio de la campaña oficial, al PP triunfante del PSOE que ha gobernado los últimos ocho años. Nada parece modificar esta foto, demasiado fija ya tras mantenerse así los últimos cinco meses. Nada. Ni la renuncia de Zapatero, ni la certeza de que la crisis ataca por igual a los países de nuestro entorno, ni los recortes en servicios públicos impulsados por los gobiernos autonómicos del PP ni siquiera el comunicado de ETA, anunciando el cese definitivo de la violencia, parecen suficientes argumentos para recortar una diferencia que parece, ya, prácticamente insalvable.
Pese a todo, Rubalcaba fiel a su máxima – no dejaré que nos ganen- se faja todos los días por esos campos de dios enumerando propuestas económicas, laborales, sociales, ambientales, participativas… en un ejercicio de pedagogía política que, tal vez, algunos cientos de miles de ciudadanos aprecien. Porque para el candidato socialista, tan importante como la fe en dar una batalla digna en el peor momento de nuestra reciente historia democrática, es el hecho de explicar a los ciudadanos que, a pesar de la crisis, a pesar de las dificultades económicas, a pesar de lo sombrío del futuro, a pesar del electroencefalograma plano que parece mantener la UE en este momento, hay ideas, hay programa y sobre todo, hay posibilidades de poner en marcha medidas innovadoras para variar el rumbo.
Una nueva política fiscal que grave más a las grandes fortunas y que varíe la distribución de la carga impositiva; medidas para una reforma de la ley electoral más participativa y representativa; apoyos a la contratación como medida para fomentar la generación de empleo; elevar los impuestos para sufragar la sanidad pública; incrementar la inversión en educación e investigación, movilizar la inversión pública para fomentar el consumo… Desde la celebración de la Conferencia Política, el candidato Rubalcaba se ha propuesto enumerar sin desmayo propuestas para todos los ámbitos sociales, convencido de que, finalmente, los ciudadanos valorarán la capacidad de diseñar una hoja de ruta para un momento en que la incertidumbre alcanza cotas históricas. Sin embargo, demoscopia en la mano, da la impresión que los electores valoran más la confianza que las propuestas; o dicho de otra forma, es más que posible que en las elecciones se castigue más la desconfianza en quienes gobernaron que la ausencia de propuestas concretas de quienes aspiran a gobernar.
Porque al otro lado de la “lona” electoral, Rajoy protege su ideario como un secreto bíblico y quizás – sólo quizás- mañana conoceremos, al fin, la literalidad de un Programa que el PP no parece querer enseñar y que a los ciudadanos tampoco parece preocupar demasiado.. El PP, subido a la ola victoriosa, pretende llevar a Mariano a la Moncloa sin necesidad de comprometer medidas que puedan resultar polémicas o que desvelen los planes del más que probable Presidente. Al PP parecen bastarle los datos del paro, la frialdad del futuro, el entrecejo de Van Rompuy y el clamor de la desesperanza de tanta gente para alcanzar la victoria sin arriesgar nada en la empresa.. Generalidades sobre la reforma impositiva, pinceladas abstractas sobre los convenios laborales, ambigüedades en torno a las políticas sociales.. pero, eso sí.. Rajoy nos promete la felicidad..
Hemos de reconocer el esfuerzo del líder popular y su generosidad. Porque pudiendo haberse limitado a explicar cómo se garantizan los servicios públicos mientras se bajan los impuestos; en lugar de decirnos cómo se consigue remontar el consumo mientras se recorta el gasto público; en vez de apuntar qué significa “austeridad” para los usuarios de la sanidad o la educación pública… o pudiendo haberse limitado a decir dos cosillas sobre Escribano, Negreira y la intuición.. no.. Mariano nos promete la felicidad.. Será de agradecer que, al menos, no se empeñe en firmarlo ante notario…
2 comentarios:
Sra.Barcón, no se si el candidato del PP el Sr.Rajoy podrá hacernos felíces . Lo que creo que ustedes no son capaces de asimilar o reconocer que la infelicidad que hoy en día nos embarga a millones de españoles, es culpa en gran parte por la ineficacia e inoperancia de un gobierno socialista que lleva ya desde hace mucho tiempo dando tumbos sin saber por donde tirar para poder sacarnos de la situación en la que se encuentra España. El Sr.Rubalcaba formó hasta hace bien poco, parte de este gobierno desnortado que ha conseguido obtener el record negativo de la peor EPA en la historia de la democracia al haber alcanzado los cinco millones de parados. Su candidato a la Moncloa apenas habla del paro en sus discursos de precampaña, consciente de la poca credibilidad que puede ofrecernos a la vista de los resultados obtenidos por su gobierno. Habla usted de posibilidades de poner en marcha medidas innovadoras para variar el rumbo y claro ante esta afirmación muchos nos preguntamos, ¿pero de que medidas habla?, ¿Por qué si ahora tiene las medidas no las aplicó antes estando en el Gobierno?, todo esto viendo que las medidas tomadas sirvieron para bien poco, como el caso de la reforma laboral que desde su aprobación consiguió destruir unos 400.000 mil empleos. Las encuestas vienen a demostrar que la sociedad española tiene muy claro que en este país hace falta un cambio y que este cambio tiene que ser liderado por el PP que ya demostró en el año 1996 como salir de una crisis similar a la actual.
Pues lo siguiente será copiar al reino de Bután e introducir la Felicidad Nacional Bruta como índice para medir el nivel de consecución del objetivo estrella del, más que probable, futuro presidente.
Qué triste resulta ver en qué ha acabado la política en nuestro país: entre los que se resisten a dejar los cargos y los que aspiran a conseguirlos, se olvidan de la ciudadanía y nos convierten en rehenes de sus tejemanejes.
Yo iré a votar, porque me parece un ejercicio básico de responsabilidad cívica, pero he de reconocer que es la primera vez que lo haré con la sensación de que mi voto acabará convirtiéndose en papel mojado en manos de un sistema financiero que, si se cumplen las encuestas, encontrará un gobierno solícito, leal y fiel.
Empezaré a seguir a EQUO, que parece traer un poco de savia nueva.
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