OTRA DE CHAMPIÑONES!!!!!

Pase lo que pase esta noche en el Soccer City de Soweto - aquél barrio del que todos nos hicimos vecinos durante los oscuros años del apartheid -, la Selección española ha pasado ya a la historia, con mayúsculas, del fútbol mundial. Contando al equipo de Del Bosque, sólo doce selecciones han logrado ser finalistas de una Copa del Mundo, así que, más allá del resultado de hoy, España está ya entre los más grandes. Por si fuera poco, su condición de Campeona de Europa la convierte en miembro de un club aún más selecto y si recibieran el preciado trofeo de manos de Blatter, se convertirían en la tercera selección continental - junto con Francia y Alemania - en haber encadenado sendos títulos europeo y mundial de manera consecutiva.

Pero más allá del innegable éxito deportivo, lo que a esta hora de la tarde está llenando plazas, estadios, playas y polideportivos de una marea roja no es sólo la ilusión de un país por un título deportivo; es algo más. Los Xavi, Iniesta, Villa.. no han enfervorizado a una sociedad hambrienta de buenas noticias sólo por el tiqui-taca o por el misterio del gol, sino por la manera de ganar, por la forma en que han conseguido trasmitirnos la sensación de que “ser parte de un equipo” es lo verdaderamente importante y que nada hay más satisfactorio que celebrar las victorias cuando son colectivas. Esa es, probablemente, la mayor cualidad de un equipo plagado de estrellas en las que ninguno quiere ser más importante que los demás; esa es la fórmula mágica que el seleccionador elaboró con el mimo y el cuidado de los alquimistas, con la precisión de quienes saben que trabajan con material sensible y que cualquier fallo puede conducir a que un elemento precipite a destiempo, haciendo imposible el resultado pretendido.

Quizás por eso, hoy la afición está eufórica sin importarle demasiado el resultado final. Los nervios, que los hay, son más de la felicidad de un momento inédito tras noventa años de decepciones, que de temor ante el duelo. España ya ha ganado. Y lo ha hecho no sólo por llegar a la final, por practicar el mejor fútbol del torneo, por haberse mantenido fiel a sí misma o por haberle dado un nuevo revolcón a la poderosa Alemania. No. Lo es, sobre todo, por haberlo hecho con un grupo de deportistas humildes que llevan en la mirada la ilusión del que se sabe capaz de todo pero también del que respeta hasta al último de los competidores. España ya ganó cuando supo levantarse del primer tropiezo y no despreció las dificultades que le esperaban en el camino; cuando se tomó tan en serio a Honduras como poco después a los teutones, cuando no dejó que las dudas ante una primera derrota enturbiaran su objetivo..

España gana porque Xavi, el exquisito director de esta orquesta, se deshace en elogios a sus compañeros y porque Villa – que hoy podría terminar como máximo goleador - nos recuerda, en cada entrevista, “lo bueno que es Busi”, ese hombretón al que a Del Bosque le hubiera gustado parecerse… Los equipos se hacen grandes cuando quienes suelen llevarse los laureles recuerdan que ellos no serían nadie sin los demás.. Esta Selección, lo mismo que la de basket hace cuatro años, nos ha conquistado porque han convertido en éxito lo mejor que tiene el deporte: el esfuerzo, la solidaridad, el trabajo compartido, el respeto por el adversario, la honestidad y el espíritu ganador; porque, como diría Löw, “todos son Messis”..

Esta mañana cuando pregunté a mis hijos qué nombre querían impreso en sus camisetas rojas, uno me contestó enseguida: “Capdevila”; “por qué Capdevila?”… Me lo explicó rápidamente.. “total, todos son de la Selección.. y ese es un nombre precioso”.. España gana porque este grupo ha logrado que valga tanto un lateral bregador como el gran Iniesta. Sólo por esto mañana, sea cual sea el resultado, cantaremos todos con Reina.. “champiñones, champiñones.. oé, oé oé..”