sábado, 3 de julio de 2010

EL PARTIDO



Nos hemos acostumbrado a escuchar tan a menudo que un acontecimiento político, social o deportivo es “histórico” que quizás cuando llega el día de “hacer historia” nos suene ya un argumento manido. Pero hoy es “ese día”, o al menos uno de “esos días”, en términos deportivos. Hoy la Selección española de fútbol puede llegar a unas semifinales mundialistas y eliminar así cualquier resquicio a la frustración que tan familiar resulta a la hinchada de “la roja”. Hoy, la mejor generación de futbolistas de la historia pueden graduarse definitivamente y quitarnos a todos el muermo del eterno “no pudo ser” y, de paso, abrirle la puerta al gran fútbol, al que se juega cuando se quiere la pelota, cuando el balón es el aliado, no el enemigo y el espacio ese lugar que aparece cuando Xavi and company encienden las luces.

Hoy es “el partido”, ese que está llamado a vengar el penalti fallido de Eloy frente a Bélgica - la misma noche, por cierto, que los socialistas celebrábamos la segunda mayoría absoluta del PSOE de Felipe González - , el partido que sanará para siempre la nariz sangrante y las lágrimas de Luis Enrique y que nos permitirá olvidar el nombre de aquél árbitro egipcio que nos cortó las alas hace ocho años. Hoy es uno de esos días que examinan algo más que el talento; apelan al valor, a la seguridad, a la certidumbre de ser capaces de todo… es un día para los mejores. Un día que permite distinguir a los más grandes, porque nunca se vienen abajo, porque saben que la victoria es producto de la grandeza colectiva, del esfuerzo común, del trabajo y del respeto, del orgullo de compartir un objetivo y lograrlo entre todos.

Probablemente el de hoy será un partido duro, seco e incómodo. Pero también, probablemente, tengamos el equipo que cualquiera pudiera desear para tal cita. Un equipo forjado sobre el talento, la fortaleza mental y un planteamiento de grupo que poco o nada tiene que ver con el pasado. España ya no es aquella selección frustrante; ya no es la que se quejaba del calor, de los centímetros ajenos o de los arbitrajes… La generación que empezó su andadura proclamándose Campeona del Mundo sub 20, liderada por Xavi Hernández, y que sorprendió a propios y extraños hace dos años venciendo en la final de la Eurocopa a la gran Alemania, es un equipo distinto a las selecciones de aquella “furia” con un corazón demasiado desbocado para esto de competir. Del Bosque y sus chicos son de otra casta; ajenos a especulaciones, seguros de su poderío, confiados en sus posibilidades, el grupo del “tiqui-taca” se saben la mejor selección del mundo… saben bien que los mejores pueden perder un partido contra Paraguay, pero saben también que los mejores lo son por distinguir con claridad cuándo es “el día”.. Y hoy es “el día”.

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