lunes, 28 de junio de 2010

DE REDES Y BURKAS



Los periódicos ventilan la Operación “Carioca”, un sumario abierto en Lugo para desbaratar una red de prostitución y las vinculaciones de policías y guardias civiles con la misma. La investigación desvela detalles truculentos que preferiríamos no escuchar; mujeres explotadas, humilladas, maltratadas. Mujeres que no tienen voz, ni derechos, ni opinión, ni pueden huir de un destino terrible. Mujeres compradas y vendidas como ganado, que un día soñaron con otra vida en el mundo “del bienestar”, que huyeron de favelas miserables para encontrar una miseria aún más intensa, para ser material de segunda en una red trenzada por gente sin alma.

Policias corruptos que, en lugar de perseguir el delito se alían con él, médicos indecentes, cómplices vergonzosos de la explotación humana. La prostitución no es más que una versión moderna de la exclavitud; carne que pasa de mano en mano, sin conseguir nunca ni aproximarse a aquél sueño de trabajo que las llevó a emigrar. Esos que afirman que la prostitución es “un trabajo más”, que hay mujeres que lo eligen “libremente”, por dinero, no estaría de más que explicasen dónde está la libertad de elección de quien no tiene trabajo, ni comida, ni papeles, de quien no cuenta para el sistema, de quien no es ni un número… ni siquiera existe.. de quien no tiene otra opción…

La “Red Madre”. El PP respalda en el Parlamento gallego la denominada “Red Madre”, un invento de entidades conservadoras que, por lo visto, intentan “ayudar a las mujeres a que puedan libremente decidir ser madres, en lugar de abortar”. Al parecer hasta ahora, los socialistas impedimos esta “libre elección” y a las mujeres “no les queda otra opción que el aborto”.. El argumento es tan pobre que no hay por donde pillarlo… Según el partido que gobierna Galicia, para que una mujer decida ser madre, en lugar de invertir en sanidad pública, en escuelas infantiles, en comedores escolares, en políticas de conciliación, en vivienda pública, en transporte público, en formación para el empleo, en dependencia.. en lugar de eso, lo prioritario es crear – con dinero público – una “red”, vinculada a asociaciones ultras, que “oriente” y “acoja” a mujeres embarazadas para que no aborten..

La lectura de la Exposición de Motivos resulta esclarecedora: al parecer vivimos en un país muy cercano al tercer mundo donde no hay recurso alguno para que se puedan tener hijos y eso obliga a las mujeres a abortar.. Está claro que la derecha se mueve rápido para impedir la puesta en marcha de las medidas aprobadas en la Ley de Salud sexual y Reproductiva: ni información, ni formación ni libre elección… Red Madre!. Las diputadas socialistas nos enfundamos camisetas: “Vivir es decidir”.. sólo queremos eso, que las mujeres puedan decidir, libremente… Qué está pasando ahí fuera?

El burka. Convergencia y Durán coronan una semana gloriosa con el cambio de voto, en el último momento, para respaldar la moción del PP en el Senado dirigida a prohibir el uso del burka en lugares públicos.. Para defender la igualdad de género?. No. Por laicismo militante?. Tampoco. Cuál es pues el motivo?.. la seguridad.. ese argumento tan maleable y que tan buenos resultados da en tiempos de crisis.. el diferente, el extranjero, el “otro” puede resultar peligroso.. Según el Ministerio del Interior, en España no hay ningún burka y sólo 7 niqabs.. Ya hay más ordenanzas municipales aprobadas que prendas prohibidas.. Además, la comunidad islámica en España es contraria a su uso y ninguno de sus líderes ha hecho defensa de tales prendas. Podemos afirmar, por tanto, que no hay un problema con el uso del burka o del niqab en nuestro país.

Pero al margen de los motivos esgrimidos por la derecha nacional y nacionalista para apoyar esta moción, no rehuyamos el fondo del asunto: burka y niqab no son más que símbolos del sometimiento de las mujeres, de su papel secundario y, en el fondo, de una violencia encubierta que les impide participar con pleno derecho en la sociedad. Envueltas en su cárcel de tela, perciben el mundo desde ese único rectángulo de luz y se ocultan de los ojos de los demás, para no ser vistas, para no ser tenidas en cuenta. España es un país que, en las últimas décadas, ha avanzado notablemente en cuanto a los derechos sociales y, de manera especial, en la defensa de la igualdad de género como un eje prioritario en la acción de Gobierno. Hoy somos un referente en derechos civiles y nuestra legislación en materia de igualdad es vanguardia, no sólo en Europa sino en todo el mundo. Por tanto, España, su movimiento asociativo, las socialistas españolas y el feminismo no puede ser ajeno a este debate ni permitir que otras formaciones aparezcan como abanderados de la libertad para las mujeres de otras culturas y religiones que han llegado a nuestro país.

La(s) religión(es) ha sido más bien incompatible con la incorporación plena de las mujeres a la vida pública, al mercado laboral, al ejercicio del poder. Casi todas se han empeñado en cubrir nuestras cabezas, en ocultar nuestro pelo, objeto de escándalo y provocación, y en reservarnos un papel social secundario y absolutamente irrelevante en la jerarquía eclesiástica. Las mujeres estamos para tener hijos, para garantizar el recambio demográfico – como sostuvo alguna diputada en la pasada sesión plenaria, por cierto – y para ser honestas y humildes, pero no para mandar, para opinar o para que los intermediarios de “ese dios” nos tengan en cuenta. Cada uno de los terrenos conquistados por las mujeres en la sociedad, lo ha sido contra los designios y los deseos de aquellos que utilizan libros sagrados – de una u otra fe – para mantenernos en una esfera secundaria.

No conviene que dudemos a la hora de mantener con firmeza los avances de las mujeres en la sociedad actual. Ningún bien es superior a la dignidad y la igualdad en derechos de los seres humanos y tres décadas de lucha social y legal no pueden embarrancar contra una supuesta libertad de culto. Es preciso, por tanto, trabajar desde el acuerdo, pero con firmeza, en la integración social, educativa y laboral de las personas que llegan de otras culturas, en especial con las mujeres para incorporarlas como aliadas en la conquista de la igualdad. La diversidad es un valor en sí mismo, pero la asunción de comportamientos que no toleraríamos en nuestra carne sólo demuestra un papanatismo absurdo y una injusticia impropia de un país como el nuestro. Seguro, seguro, seguro que las mujeres somos libres para prostituirnos, para que nos dominen y para vivir debajo de un burka.. pero por si acaso, por si no fuera la historia como la cuentan, desmontemos las redes de explotación de mujeres, destapemos su rostro, que sean ellas las que decidan libremente sobre ser madres o no serlo y no cedamos ni un milímetro en la defensa de la igualdad de género, uno de los cimientos más sólidos de nuestra democracia.

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