Es altamente probable que cuando el Presidente Zapatero les encargó a Manuel Chaves y Elena Salgado lidiar con las CCAA y sacar adelante la cacareada financiación , tanto el Presidente del PSOE como la Vicepresidenta segunda hayan pensado en más de una ocasión en lo tremendo de la encomienda y hasta, quizás, dudado del éxito final. Porque si hace apenas unos días nos hubieran preguntado a cualquiera de nosotros, nadie hubiera dado ni un duro porque el Gobierno fuera capaz de conseguir aprobar un puzle que no por necesario, se antojaba menos difícil de encajar.
Ocho años después de que el Gobierno Aznar fijara – con menos expectación mediática, es cierto – una serie de parámetros que a partir de entonces sirvieran para calcular los fondos con los que las Comunidades afrontan servicios públicos e inversiones. Entonces, como hoy, también Cataluña protagonizó una parte sustancial del debate pero hoy, a diferencia de entonces, lugares como Galicia ven recogido en el modelo financiero, factores de gran importancia a la hora de evaluar sus necesidades económicas: dispersión poblacional, tramos de edad en la atención sanitaria, bilingüismo, menores de 16 años…
Es cierto que la propuesta del Gobierno de España se basa, esencialmente, en el crecimiento poblacional, como parece lógico al tratarse de un modelo de financiación de servicios dirigidos a las personas – así, el 80% de los fondos pertenecen al Fondo de Garantía dirigido a atender los servicios del bienestar - . Es cierto también que en los últimos años este crecimiento se instaló en las CCAA más dinámicas económicamente, y eso les permite contar con un incremento de fondos importante. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que este crecimiento reproduce un fenómeno similar al vivido en otros países europeos en las décadas de los 60 y 70 y que, al igual que en ellos, se estancará más pronto que tarde, especialmente en un entorno económico tan difícil. Por tanto, en los próximos años, el factor poblacional no seguirá incrementando su importancia y tampoco conviene olvidar que el término “población ajustada” en que se basa el Fondo de Garantía del modelo aprobado recoge las ponderaciones a las que aludíamos al inicio: envejecimiento, dispersión, menores…
Durante estas últimas semanas escuchamos acalorados llamamientos, especialmente por parte del PP – a una tal “igualdad entre los españoles” a la hora de recibir los servicios públicos, tratando de poner en cuestión la propia negociación y el resultado de la misma. Cualquier profano en la materia es capaz de comprender, con un simple vistazo, que un sistema que introduce por primera vez criterios de edad en la valoración del coste del sistema sanitario o que ajusta los fondos teniendo en cuenta la dispersión de un determinado territorio, tiene más capacidad de acercarse a esa “igualdad” que el anterior que no recogía nada de esto y que en nada tiene que ver la igualdad en el resultado final con la diferencia de las cantidades finales o con la escenificación que unos y otros hicieron a lo largo del proceso. Por cierto, nadie habla de igualdad cuando se admite el cupo vasco y navarro, cuando se invierte en enterrar la M30, en la T4, en la Ciudad de las Artes, en la nueva Terminal del Prat o cuando a Galicia se le asigna de manera continuada un 8% de las inversiones de los PGE para recuperar el déficit de comunicaciones. Tampoco nadie recuerda la igualdad cuando comunidades como la madrileña sustentan una parte de su crecimiento en la recaudación de impuestos pagados por empresas cuya actividad o cuyos aprovechamientos se llevan a cabo en otra Comunidad – el caso de Fenosa es paradigmático - .
De lo que se habla menos en este debate es del considerable avance en autonomía fiscal que supone para las diferentes CCAA, o sea, de que cada vez más estas tendrán en su mano la capacidad de crecer más o menos dependiendo de las decisiones que adopten, dependiendo de sus propias decisiones y que, con el paso del tiempo, algunos ejemplos de “yo genero el problema, que lo solucione el Estado (Gobierno central) “ – por ejemplo, la Ciudad de la Cultura - va a ser menos posible.
A lo largo del proceso negociador, Feijoo se recreó una vez más en su papel de “líder emergente” de la derecha española. Del “esto va a ser sencillísimo” a querer encabezar una “revuelta” de Comunidades “pobres”, del “no sé nada de cifras” a inventarse una final que nadie sabe de dónde viene ni cómo llega a ella. El caso es que Feijoo desaprovechó una oportunidad para presentarse como el Presidente de todos los gallegos, para contar desde el principio con una postura conjunta de las fuerzas políticas gallegas y de ser, aunque fuera por un dia, capaz de liderar el esfuerzo común para alcanzar el mejor resultado posible. El Presidente prefirió seguir los designios de “Génova 13”, antes que comprender cuál era su papel institucional. La financiación no ha sido mala para Galicia pero no por Feijoo sino por la dinámica general de la negociación del último año y a pesar de que cuando terminaba el Consejo de Política Fiscal el Presidente de la Xunta se empeñaba en decir “ahora empieza la negociación”. Sobran las palabras.
Ocho años después de que el Gobierno Aznar fijara – con menos expectación mediática, es cierto – una serie de parámetros que a partir de entonces sirvieran para calcular los fondos con los que las Comunidades afrontan servicios públicos e inversiones. Entonces, como hoy, también Cataluña protagonizó una parte sustancial del debate pero hoy, a diferencia de entonces, lugares como Galicia ven recogido en el modelo financiero, factores de gran importancia a la hora de evaluar sus necesidades económicas: dispersión poblacional, tramos de edad en la atención sanitaria, bilingüismo, menores de 16 años…
Es cierto que la propuesta del Gobierno de España se basa, esencialmente, en el crecimiento poblacional, como parece lógico al tratarse de un modelo de financiación de servicios dirigidos a las personas – así, el 80% de los fondos pertenecen al Fondo de Garantía dirigido a atender los servicios del bienestar - . Es cierto también que en los últimos años este crecimiento se instaló en las CCAA más dinámicas económicamente, y eso les permite contar con un incremento de fondos importante. Sin embargo, no podemos obviar el hecho de que este crecimiento reproduce un fenómeno similar al vivido en otros países europeos en las décadas de los 60 y 70 y que, al igual que en ellos, se estancará más pronto que tarde, especialmente en un entorno económico tan difícil. Por tanto, en los próximos años, el factor poblacional no seguirá incrementando su importancia y tampoco conviene olvidar que el término “población ajustada” en que se basa el Fondo de Garantía del modelo aprobado recoge las ponderaciones a las que aludíamos al inicio: envejecimiento, dispersión, menores…
Durante estas últimas semanas escuchamos acalorados llamamientos, especialmente por parte del PP – a una tal “igualdad entre los españoles” a la hora de recibir los servicios públicos, tratando de poner en cuestión la propia negociación y el resultado de la misma. Cualquier profano en la materia es capaz de comprender, con un simple vistazo, que un sistema que introduce por primera vez criterios de edad en la valoración del coste del sistema sanitario o que ajusta los fondos teniendo en cuenta la dispersión de un determinado territorio, tiene más capacidad de acercarse a esa “igualdad” que el anterior que no recogía nada de esto y que en nada tiene que ver la igualdad en el resultado final con la diferencia de las cantidades finales o con la escenificación que unos y otros hicieron a lo largo del proceso. Por cierto, nadie habla de igualdad cuando se admite el cupo vasco y navarro, cuando se invierte en enterrar la M30, en la T4, en la Ciudad de las Artes, en la nueva Terminal del Prat o cuando a Galicia se le asigna de manera continuada un 8% de las inversiones de los PGE para recuperar el déficit de comunicaciones. Tampoco nadie recuerda la igualdad cuando comunidades como la madrileña sustentan una parte de su crecimiento en la recaudación de impuestos pagados por empresas cuya actividad o cuyos aprovechamientos se llevan a cabo en otra Comunidad – el caso de Fenosa es paradigmático - .
De lo que se habla menos en este debate es del considerable avance en autonomía fiscal que supone para las diferentes CCAA, o sea, de que cada vez más estas tendrán en su mano la capacidad de crecer más o menos dependiendo de las decisiones que adopten, dependiendo de sus propias decisiones y que, con el paso del tiempo, algunos ejemplos de “yo genero el problema, que lo solucione el Estado (Gobierno central) “ – por ejemplo, la Ciudad de la Cultura - va a ser menos posible.
A lo largo del proceso negociador, Feijoo se recreó una vez más en su papel de “líder emergente” de la derecha española. Del “esto va a ser sencillísimo” a querer encabezar una “revuelta” de Comunidades “pobres”, del “no sé nada de cifras” a inventarse una final que nadie sabe de dónde viene ni cómo llega a ella. El caso es que Feijoo desaprovechó una oportunidad para presentarse como el Presidente de todos los gallegos, para contar desde el principio con una postura conjunta de las fuerzas políticas gallegas y de ser, aunque fuera por un dia, capaz de liderar el esfuerzo común para alcanzar el mejor resultado posible. El Presidente prefirió seguir los designios de “Génova 13”, antes que comprender cuál era su papel institucional. La financiación no ha sido mala para Galicia pero no por Feijoo sino por la dinámica general de la negociación del último año y a pesar de que cuando terminaba el Consejo de Política Fiscal el Presidente de la Xunta se empeñaba en decir “ahora empieza la negociación”. Sobran las palabras.
2 comentarios:
Nuevamente los profetas del desastre se comen sus palabras, y bajan la cabeciña al ver que la realidad les supera; ¿cuantas páginas llenó Pedro J con la locura de Zapatero? ¿Y horas de radio la COPE? Y ahora, pues nada a contaminar con otras cosas.
Y lo de los amiguitos de enfrente tampoco tiene delito, como no pueden oponerse a un gran avance para sus comunidades autónomas y no quieren darle la razón zapatero, pues se abstiene, eso es altura de miras y responsabilidad.
un bico desde Galapagar!
Mar ¿que nos cuentas de Cambre? seguimos sin saber si hay o no pacto. Que los concejales van a ganar mas si que lo sabemos, pero del resto, ni papa.
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