LA POBREZA

Llegamos un sábado a primera hora y al cabo de un rato nos mezclamos con la gente, el ruido, los edificios medio rotos y centenares de chabolas destartaladas. Al fondo, en el entorno del Hotel Ghion, una rudimentaria megafonía lanza de manera insistente el rito ortodoxo en una misa interminable desde las seis de la mañana.

Nos adelantan atletas emulando a Bekele, mujeres envueltas en mil velos y otras medio desnudas que sueñan con ser Imann. Ranges de la ONU, cooperantes, campesinos escuálidos y rastafaris conmemorando al gran Marley. Pero en medio del caos, una pequeña multitud... una multitud de ojos enormes y miradas famélicas, de pieles sin carne y almas que apenas se sostienen, una multitud que sonríe resistiendo el hambre, una multitud de pequeños avispados que encuentran en el paseo de este grupo de extranjeros una esperanza de escapar de la muerte...

Uno de ellos se destaca del grupo y nos extiende la mano... nos escucha y se le ilumina la cara... “Spain, Spain...? Eto’o, Eto’o the best... take me, take me!”. Unas monedas y un paquete de chocolatinas alejan a los chavales, pero el alma se nos queda ya encogida para el resto del dia.

Aquél domingo cambió mi vida y la de mi familia, pero aún hoy, años después, no logro olvidar aquella cara, aquellos ojos, aquella esperanza, aquella voz... No logro olvidar la miseria, los heridos, la muerte en la calle, las miles, millones, de viviendas hechas de latas y cartón.. los restos de la guerra, del SIDA, el orfanato, el hospital... el ruido, el caos de Addis Abeba, el brillo de aquellas miradas, pese a todo...

Intentemos no olvidar nunca que, en estos momentos de crisis y pánico financiero, hay unos 800 millones de personas que sólo sienten un único, eterno, pánico... PODRÁN COMER HOY?.