
Con este sugerente título, Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, describía en un artículo el pasado domingo cómo las medidas económicas y sociales que presentan los Demócratas americanos resultan más adecuadas para asegurar el crecimiento de los Estados Unidos en estos momentos de dificultades económicas y tras la crisis financiera.
Es obvio que tras una lectura del citado artículo, se puede concluir que cualesquiera de las medidas esbozadas por el antaño asesor de Bill Clinton son aplicables al caso español, y desde luego lo es el discurso económico que Stiglitz mantiene, con su profunda apuesta por la protección social como instrumento para asegurar la estabilidad de familias y trabajadores, impulsar la formación y la flexibilidad laboral y modernizar la economía y el mercado del trabajo.
Sólo si quienes trabajan se sienten seguros y a salvo, con potentes redes de protección social, se puede hablar de formación en sectores innovadores, reciclaje, recolocación y movilidad laboral. Sólo si una persona sabe que su familia va a contar con servicios de calidad, que va a poder mantener la educación de sus hijos, que va a poder tener buena atención sanitaria, que va a poder disfrutar del ocio y la cultura y que el transporte y la vivienda no supondrán un grave problema, sólo así el cambio de empleo o el reto de incrementar la productividad a través de la mejora en la formación no supondrán un “agujero negro” en el que las personas teman entrar.
Stiglitz habla también de la necesaria comprensión del mercado por parte de la izquierda. Lejos de tiempos en que las nacionalizaciones de todos los sectores productivos y los planes quinquenales esclerotizaban las economías de países ciertamente potentes, la izquierda ha comprendido los mecanismos del mercado y ha logrado introducir mecanismos correctores de las desigualdades que este consolida si se le deja en plena libertad. Si el mercado genera riqueza, dinamismo económico y empleo, sin instrumentos correctores engendra desigualdad, exclusión y expulsa del entorno laboral a una parte importante de la sociedad, sin posibilidad alguna de recuperarla.
Por tanto, para crecer y modernizar un país y una economía, tan fundamental es favorecer el crecimiento económico como que este sea sostenible, diversificado e inclusivo, que genere riqueza y la distribuya al conjunto de la sociedad y tienda redes capaces de proteger, apoyar y reforzar a aquellas personas y familias con más dificultades. Inversión productiva, inversión social, apuesta por el conocimiento y apoyo a los sectores innovadores. Exactamente esto fue lo que ayer en el Parlamento pudimos escuchar del Presidente Touriño, y exactamente esto se recogía ya en el pasado mes de enero en el Plan de Dinamización económica. Galicia pues, apuesta por crecer, por ser vanguardia y por quitarse de encima aquél sentimiento de subsidiariedad en el que a algunos les gusta tanto vivir. Loado sea dios