domingo, 10 de junio de 2012

EL RESCATE (ASÍ FUE Y ASÍ NOS LO CONTARON)


Si un extratrerrestre se pasase esta mañana por los kioscos –o por las webs- en busca de la noticia del dia y leyese las portadas de la prensa conservadora, se haría de inmediato dos preguntas. La primera, cómo es que no se ven manifestaciones de júbilo por las calles, banderas ondeantes y muchedumbres satisfechas tras la lluvia de millones de eurazos que le cayó a este país ayer… “a cambio de nada”. La segunda sería por qué tamaño éxito económico e internaiconal no fue anunciado por el Presidente del Gobierno y sí por uno de sus Ministros con un rictus más cercano a la histeria que a la felicidad.
La respuesta a ambas preguntas reside en la intrahistoria de este país y en cómo el Gobienro actual se ha conducido desde su triunfo en el pasdo noviembre y, de manera especial, en las dos últimas semanas. El PP consiguió una mayoría absoluta a lomos de una crisis de intensidad y consecuencias desconocidas y lo hicieron convencidos de que la desaparición de Zapatero, la contundencia de la victoria electoral y la supuesta solvencia de Rajoy y su equipo económico bastarían para mejorar la situación. De paso, la derecha se apresuró a poner en marcha reformas de carácter liberal en aquellos sistemas públicos que, como la sanidad y la educación, han estad siempre en su punto de mira. La crisis iba a permitirles, al fin, llevar su ideario a cabo, sin apenas rsistencia ciudadana.
Nada más lejos de la realidad.. Superado el momento de los besos y las bienvenidas, Alemania ha vuelto a contemplar, impasible, cómo el desastre se cierne sobre el proyecto europeo, pero al señora Merckel no variará su hoja de ruta. Rajoy se empeñó en esconder los presupuestos, remolonear por el continente adelante, gestionar el estallido de Bankia de la peor manera posible y esta última semana ha sido la guinda de todas las estupideces: cifras que bailaban en decenas de miles de millones de euros, Ministros desmintiéndose unos a otros y la sensación de que no hay nadie al frente del país.
El rescate de la banca española ha sido el momento más difícil de nuestra democracia, en términos económicos y sociales. Cien mil millones de euros que irán a cubrir los activos de Cajas y Bancos pero que, pese a la negativa oficial, tendrán consecuencias inmediatas en el conjunto de la sociedad: sobre los impuestos, el IVA y el gasto social y, evidentemente, sobre el déficit. La crisis, que empezó siendo financiera, lo es hoy más que nunca.  Tras dos años dándole palos a los sistemas públicos y hablando del déficit del Estado como el causante de todos los males, al final son los activos bancarios y la deuda privada los indicadores principales del desastre. Y en este momento en le que la certidumbre y la confianza son esenciales, Rajoy eligió esconderse.
Ayer fue De Guindos el elegido para poner el corolario a la semana de despropósitos. El Ministro explicó que no era un recate, sino un préstamo sumamente ventajoso para nuestras finanzas. Como era previsible su tesis sólo fue seguida por el pelotón de incondicionales mientras la prensa de toda Europa y de buena parte del mundo nos llevaba a sus portadas resaltando, de paso, la incomparecencia de Rajoy. Porque en medio de la tormenta, el día más complicado de nuestra historia reciente, el Presidente del Gobierno decidió dar la espantada, una vez más..
 Mariano Rajoy, alérgico a dar explicaciones, protagonizó ayer el episodio más lamentable de los últimos años; de nuevo eligió escapar en lugar de dar la cara. Mientras la ira invadía las redes sociales, la prensa afín se afanaba en excusas a cuál más peregrina: no salía para evitar el pánico, quería dar confianza (¿?¿) o, los más, elegían culpar “a su entorno”, obviando que un Presidente que no comparece en un día como ayer, quizás es porque no merezca serlo. Rajoy habló al fin esta mañana, minutos antes de subirse al avión que le llevó a Polonia, a ver un partido de fútbol de la Selección… Habló de una “línea de crédito”, de que había sido un éxito y de cuánto sentía perderse el tenis.. Da igual. Desde ayer él sabe, nosotros sabemos, el país sabe - todos sabemos-  que el Presidente dejó de serlo.

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