Hay veces que una imagen vale más que mil palabras. La impagable foto con la que Xurxo Lobato firmaba, el pasado domingo, el perfil – no menos impagable – que Francisco Vázquez hacía a Mariano Rajoy, permitía percibir con nitidez ese “yo íntimo” del líder del PP que tan bien le define. Relajado, con cierto gesto de abandono sobre la austera balaustrada de la Facultad de Derecho, Rajoy sonríe al objetivo tratando de ser esa “persona normal” que los gurús de Génova tratan de construir, conscientes de que el fuerte de su jefe no es el carisma. Un Mariano Rajoy que de tan normal es anodino, y de tanto querer pasar desapercibido corre el peligro de que lo devore el personaje.. tal vez por hastío. Hace meses que la única obsesión que aqueja a Rajoy Brey es pasar de puntillas por la información de cada día, intentando que a Zapatero lo devore la crisis, la señora Merckel – eso si, acompañado de chucrut – o la congoja de algun querido compañero, dispuesto siempre a jalear al líder cuando la cosa va de subida y a tirarse por la borda en cuanto el tema pinta mal.. Mariano lleva año y medio agazapado detrás de cada mal dato esperando que la irresistible combinación de la deuda soberana y el déficit basten para hacerle un sitito en la Moncloa que con tanto mimo le había preparado Aznar. “Métete en cama y no digas nada”, dicen que le dijeron.. Y Mariano, se tumba sobre el pasamanos a ver pasar la crisis.. callado.. sin asomo de propuestas que hacer, sin necesidad de explicar cómo rebajaría él el déficit si además quiere bajar los impuestos.. sin indicar qué recortes de la administración serían prioritarios para un político que confiesa – un día que se le escapó … - sentirse cercano al Gobierno Cameron… Todo iba bien para Rajoy hasta que sucedió lo inevitable: alguien lo hizo por él.. Valcárcel, de verbo fácil y mano ligera, tan a gusto se encontró en el Foro de ABC, entre tanta cara amiga, que dijo en voz alta lo que los populares mascullan en privado y niegan airados en público; el Presidente murciano, ante el sincero entusiasmo de la señora Aguirre y la unánime aprobación del PP allí sentado anunció que los tiempos piden “soluciones valientes” y, ya se sabe, lo valiente para el PP suele ser llevarse por delante los sistemas públicos. En realidad el maltrecho presidente – las siguientes cuarenta y ocho horas le cayeron desde todos los sitios – no hizo más que decir en voz alta lo que otros callan pero hacen: la semiprivatización de la sanidad en Madrid y Valencia es seguida con entusiasmo por Feijoo, que tiene en marcha una operación de alcance para asestar un golpe de gracia a la sanidad pública gallega. Los modelos de educación de las comunidades populares han supuesto un dramático retroceso para la enseñanza pública y un avance del sector privado, auspiciado y amparado desde estos gobiernos autonómicos. Las cifras de atención a la dependencia en estas autonomías son también demoledores: desde el abierto bloqueo de Madrid a la manifiesta incapacidad de Galicia, pasando por la insumisión murciana, cada uno de estos Gobiernos no han dejado pasar un solo día sin minar el desarrollo de una norma llamada a ser uno de los pilares del bienestar en nuestro país. Por último, los programas dirigidos a aquellos sectores sociales con mayores niveles de exclusión han sido condenados a la práctica desaparición, cuando no concesionados a empresas privadas que lo mismo cuidan un jardín que reparten dosis de metadona desde el Plan de Drogas… Rajoy no habla, pero los suyos si.. desde los foros amigos, como Valcárcel o desde una gestión diaria basada en reducir el Estado a la mínima expresión, con la disculpa de una austeridad que, en realidad, es neoliberalismo. Rajoy calla y Aznar se explaya con su amigo Pedro J., asegurando que es el carácter gallego lo que explica la indefinición de su discípulo.. Mientras Rajoy calla, Valcárcel explica cómo será la política social en caso de que gobierne el PP y Aznar cuenta a Ramírez que en algún lugar entre O Padornelo y Finisterre yace el motivo de tanta indecisión.. Rajoy calla, pero los demás se aburren de esperar y se les suelta la lengua y al final, este hombre que según Paco Vázquez “mide muy bien sus tiempos” tal vez - sólo tal vez- acabe convertido en inmóvil pilastra de una de esas escaleras por las que ni sube ni baja.. no porque sea gallego, sino porque le han dicho que no se mueva…
viernes, 1 de abril de 2011
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