Desde hace meses, al amparo de la crisis financiera, hemos escuchado y leído todo tipo de opiniones, más o menos versadas en la materia, acerca de la conveniencia o no de llevar a cabo fusiones bancarias, especialmente entre las Cajas de ahorro, entidades que han aparecido como más débiles o más sensibles a los vaivenes económicos y que han estado en el discurso permanente del Banco de España y de su Presidente.
La aprobación del Fondo de Garantía ha supuesto el paso decisivo para ejecutar muchas de las operaciones que llevan tiempo preparándose y que pertenecen a la “hoja de ruta” deseada por las autoridades económicas y monetarias, para reducir el número de Cajas, potenciar su competitividad, adelgazar su presencia en el ámbito inmobiliario y eliminar el riesgo de algunas de ellas, fruto del expansionismo de los últimos años. Superado el problema suscitado en Castilla La Mancha, los últimos días han marcado el futuro de las cajas más pequeñas en distintas CCAA y todo hace suponer que las próximas semanas traerán nuevos procesos en el conjunto del Estado.
En este tiempo, las Cajas gallegas no han sido ajenas a todo tipo de comentarios y supuestos, especialmente Caixa Galicia que a lo largo de este año ha sido motivo de rumores, unos con más sentido y mejor intención que otros. La entidad está entre las ocho primeras y en el último cuatrienio vivió una fase de expansión, con inversiones importantes en el terreno inmobiliario, con movimientos bursátiles y el intento de transformación de su importante red convencional en otra de carácter más comercial, con lo que ello ha supuesto en términos laborales, estratégicos y económicos.
Pero desde hace aproximadamente dos años los rumores de crisis en Caixa han aparecido cada cierto tiempo y a menudo vinculados a posibles fusiones o absorciones. Tras el fiasco de Astroc, supuesto ejemplo de éxito encarnado por Enrique Bañuelos y que tardó menos en desplomarse y mostrar su endeblez que el meteórico ascenso protagonizado por la compañía entre mayo de 2006 y abril de 2007, Caixa Galicia – que formaba parte de su accionariado – volvió a ser objeto de multitud de comentarios que ponían en cuestión su solidez financiera. Según algunos, en pocos días el Banco de España intervendría la entidad. Nada de ello, sin embargo, se convirtió en realidad y ni Caixa Galicia ni Caixanova han aparecido con más problemas de morosidad o liquidez que las demás Cajas en este nuevo y difícil entorno financiero.
Ahora, hace apenas diez días, Radio Coruña (Cadena SER) avanzaba que Cajamadrid aspiraba a proponer una fusión (absorción) con Caixa Galicia, movimiento que estaría siendo apoyado e impulsado desde las filas del PP. Al revuelo inicial siguió la sensación de que tales informaciones eran veraces, en especial cuando un concejal del PP del Ayuntamiento de Coruña reconocía que existían planes en esa dirección auspiciados desde la calle Génova aunque “aquí no estamos en la misma dirección”. Las palabras de Rajoy en contra de una fusión entre las Cajas gallegas y el silencio de Feijoo no hicieron más que mostrarnos a todos que, en este caso, la fusión es algo más que un movimiento financiero.
Blesa, como maniobra para evitar su relevo, Aguirre y Rajoy, para reforzar el poderío de Cajamadrid frente a las entidades catalanas y Feijoo, que obviamente ya se ve como una especie de Virrey, están jugando a un juego muy peligroso en cuyo centro han situado a Caixa Galicia, por tanto, a los ahorros, las inversiones, los proyectos y el futuro de miles y miles de gallegos. Las llamadas al “fortalecimiento del tejido financiero”, la declaración de Feijoo diciendo que se “tomaría ocho meses para ver el futuro de las Cajas”, las manifestaciones reiteradas del PPdeG acerca de las debilidades de las finanzas gallegas y algunos artículos “cuasi gubernamentales” insistiendo en la preocupación por la resistencia de nuestras entidades no son más que partes de una misma melodía.. aquella que suena más a chotis madrileño y que canta las bondades del socio capitalino.
Para Galicia sería un golpe inmerecido y absolutamente gratuito entregar una institución financiera tan arraigada, con tanta presencia en el mundo de las pymes, del ahorro personal, de las entidades sociales.. una institución con una red consolidada en toda Galicia, con miles de trabajadores, que forma ya parte de nuestra historia.. y todo para satisfacer la estrategia política del PP, para fortalecer la presencia en el Estado de Cajamadrid y para no obtener nada a cambio, en términos estrictamente gallegos. Las fusiones con entidades foráneas no son malas en sí mismas, siempre que se hagan desde estrategias autónomas y de interés para nuestras Caixas y manteniendo su capacidad para definir líneas de actuación presentes y futuras desde Galicia.
En definitiva, es la hora de tomar decisiones económicas y financieras pensando en Galicia, en los gallegos, en sus negocios, en las familias y no en el señor Blesa ni en la señora Aguirre. Y cualquier decisión debe avalarla la Xunta que es quien tiene la última competencia en su mano. Con seguridad las Cajas gallegas habrán de mejorar su gestión en aquello que sea preciso para resistir mejor estos momentos; tendrán que tomar las decisiones que ellas y las instituciones gallegas vean para fortalecerse - por cierto esto no pasa, necesariamente, por una fusión de ambas - , para no tener problemas ni en el presente ni en el futuro y para que su tamaño y su garantía respalde la necesaria competitividad en el entorno que se dibujará a partir del reparto del Fondo de Garantía, pero todo ello sólo pensando en ambas entidades, en los trabajadores y en Galicia. Es de esperar que en unos días Feijoo encuentre la inspiración que no tuvo la pasada semana y que cualquier solución que se impulse desde la Xunta sea antes de ocho meses y lejos de las tentaciones partidistas que, obviamente, le rondan.
La aprobación del Fondo de Garantía ha supuesto el paso decisivo para ejecutar muchas de las operaciones que llevan tiempo preparándose y que pertenecen a la “hoja de ruta” deseada por las autoridades económicas y monetarias, para reducir el número de Cajas, potenciar su competitividad, adelgazar su presencia en el ámbito inmobiliario y eliminar el riesgo de algunas de ellas, fruto del expansionismo de los últimos años. Superado el problema suscitado en Castilla La Mancha, los últimos días han marcado el futuro de las cajas más pequeñas en distintas CCAA y todo hace suponer que las próximas semanas traerán nuevos procesos en el conjunto del Estado.
En este tiempo, las Cajas gallegas no han sido ajenas a todo tipo de comentarios y supuestos, especialmente Caixa Galicia que a lo largo de este año ha sido motivo de rumores, unos con más sentido y mejor intención que otros. La entidad está entre las ocho primeras y en el último cuatrienio vivió una fase de expansión, con inversiones importantes en el terreno inmobiliario, con movimientos bursátiles y el intento de transformación de su importante red convencional en otra de carácter más comercial, con lo que ello ha supuesto en términos laborales, estratégicos y económicos.
Pero desde hace aproximadamente dos años los rumores de crisis en Caixa han aparecido cada cierto tiempo y a menudo vinculados a posibles fusiones o absorciones. Tras el fiasco de Astroc, supuesto ejemplo de éxito encarnado por Enrique Bañuelos y que tardó menos en desplomarse y mostrar su endeblez que el meteórico ascenso protagonizado por la compañía entre mayo de 2006 y abril de 2007, Caixa Galicia – que formaba parte de su accionariado – volvió a ser objeto de multitud de comentarios que ponían en cuestión su solidez financiera. Según algunos, en pocos días el Banco de España intervendría la entidad. Nada de ello, sin embargo, se convirtió en realidad y ni Caixa Galicia ni Caixanova han aparecido con más problemas de morosidad o liquidez que las demás Cajas en este nuevo y difícil entorno financiero.
Ahora, hace apenas diez días, Radio Coruña (Cadena SER) avanzaba que Cajamadrid aspiraba a proponer una fusión (absorción) con Caixa Galicia, movimiento que estaría siendo apoyado e impulsado desde las filas del PP. Al revuelo inicial siguió la sensación de que tales informaciones eran veraces, en especial cuando un concejal del PP del Ayuntamiento de Coruña reconocía que existían planes en esa dirección auspiciados desde la calle Génova aunque “aquí no estamos en la misma dirección”. Las palabras de Rajoy en contra de una fusión entre las Cajas gallegas y el silencio de Feijoo no hicieron más que mostrarnos a todos que, en este caso, la fusión es algo más que un movimiento financiero.
Blesa, como maniobra para evitar su relevo, Aguirre y Rajoy, para reforzar el poderío de Cajamadrid frente a las entidades catalanas y Feijoo, que obviamente ya se ve como una especie de Virrey, están jugando a un juego muy peligroso en cuyo centro han situado a Caixa Galicia, por tanto, a los ahorros, las inversiones, los proyectos y el futuro de miles y miles de gallegos. Las llamadas al “fortalecimiento del tejido financiero”, la declaración de Feijoo diciendo que se “tomaría ocho meses para ver el futuro de las Cajas”, las manifestaciones reiteradas del PPdeG acerca de las debilidades de las finanzas gallegas y algunos artículos “cuasi gubernamentales” insistiendo en la preocupación por la resistencia de nuestras entidades no son más que partes de una misma melodía.. aquella que suena más a chotis madrileño y que canta las bondades del socio capitalino.
Para Galicia sería un golpe inmerecido y absolutamente gratuito entregar una institución financiera tan arraigada, con tanta presencia en el mundo de las pymes, del ahorro personal, de las entidades sociales.. una institución con una red consolidada en toda Galicia, con miles de trabajadores, que forma ya parte de nuestra historia.. y todo para satisfacer la estrategia política del PP, para fortalecer la presencia en el Estado de Cajamadrid y para no obtener nada a cambio, en términos estrictamente gallegos. Las fusiones con entidades foráneas no son malas en sí mismas, siempre que se hagan desde estrategias autónomas y de interés para nuestras Caixas y manteniendo su capacidad para definir líneas de actuación presentes y futuras desde Galicia.
En definitiva, es la hora de tomar decisiones económicas y financieras pensando en Galicia, en los gallegos, en sus negocios, en las familias y no en el señor Blesa ni en la señora Aguirre. Y cualquier decisión debe avalarla la Xunta que es quien tiene la última competencia en su mano. Con seguridad las Cajas gallegas habrán de mejorar su gestión en aquello que sea preciso para resistir mejor estos momentos; tendrán que tomar las decisiones que ellas y las instituciones gallegas vean para fortalecerse - por cierto esto no pasa, necesariamente, por una fusión de ambas - , para no tener problemas ni en el presente ni en el futuro y para que su tamaño y su garantía respalde la necesaria competitividad en el entorno que se dibujará a partir del reparto del Fondo de Garantía, pero todo ello sólo pensando en ambas entidades, en los trabajadores y en Galicia. Es de esperar que en unos días Feijoo encuentre la inspiración que no tuvo la pasada semana y que cualquier solución que se impulse desde la Xunta sea antes de ocho meses y lejos de las tentaciones partidistas que, obviamente, le rondan.
4 comentarios:
Interesantisimo tu comentario sobre un asunto realmente crucial.
Me quedo, sobre todo, con el final del penúltimo párrafo y con el último.
Parece que en la lógica del sistema economico imperante, el capitalismo, está esta suerte de darwinismo económico, en el que las entidades financieras que mas musculatura financiera tengan serán las que sobrevivan a costa de los mas débiles. Las decisiones en este sentido valoraran aspectos que poco tendrán que ver con los intereses de Galicia y sus habitantes. En realidad, creo yo, tampoco van a ser decisivos los intereses políticos sinó que éstos seran subsidiarios de los económico-financieros. Partido politico hay en este país -el PP- que asuma una vez mas el papel de gestor politico de las grandes corporaciones financieras.
En todo caso me felicito porque desde el partido socialista se está sabiendo gestionar con inteligencia el posicionamiento sobre esta complicada situación.
Me sumo al comentario de Santi, pero me gustaría poner el foco en un par de temas.
El primero es algo que Mar cita en el último párrafo, y son los trabajadores de Caixa Galicia, que verían peligrar sus puestos de trabajo la mayor parte de ellos (empleados de sucursales para evitar una "excesiva presencia de la Caja) y desaparecer sus puestos en otro de los casos (como pudieran ser los trabajadores que prestan servicios de apoyo, se me ocurren informáticos a bote pronto o los teleoperadores, que como en otras empresas gallegas, sus puestos podrían ser deslocalizados).
Por otro lado, considero que esta indefinición acerca de que hacer con Caixa Galicia se enmarca dentro de la línea de acción (o inacción mejor dicho) del gobierno Feijoo, que está, como decimos los gallegos: "a velas vir" y como diría un marino: "a órdenes". Como dice Santi, hay cosas que van más allá de las alternancias políticas y cuestiones como la estabilidad de las Cajas autóctonas, la defensa del idioma y la cultura gallegas o la inversión en educación merecen ser tratados como un asunto indiscutible gobierne quien gobierne.
Un abrazo y perdón por enrollarme.
Ton
Yo al futuro económico de las Cajas gallegas no le veo excesivos nubarrones, al menos no más densos que el de la mayoría del sistema bancario español; lo que me da realmente miedo son los intereses políticos y parece claro que el PP busca un campeón que contrarreste los movimientos de concentración que se están efectuando en el mercado fianciero catalán y andaluz, ambos bajo control político socialista. Me parece bien que se metan en ese juego, lo que sería inaceptable es que Feijoo meta en danza a las cajas gallegas. Las cajas gallegas de ninguna manera deben de ser absorbidas y si hace falta fusionarlas para evitarlo, pues nos está faltando tiempo. La fusión de ambas cajas y la creación de una única caja gallega es una de las alternativas, otra puede ser la absorción por parte de Caixa Galicia, la mejor posicionada, de pequeñas entidades de nuestras Comunidades limítrofes, todo es posible, pero lo que sí está claro es que el que se quede quieto en estos momentos pone en serio riesgo su viabilidad futura. En todo caso de lo que sí debemos hacer los socialistas casus belli es de la defensa de la galleguidad de nuestras dos cajas, sin un instrumento financiero propio estaremos condenados como Comunidad Autónoma.
Gracias por la referencia.
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