ALGUNAS IDEAS

Un mes después de las elecciones municipales, con el país teñido casi completamente de azul y los bastones de mando en manos de alcaldes populares, no parece mal momento para empezar a sacar conclusiones, no tanto sobre los motivos de la derrota electoral sino, sobre todo, para encontrar los principales elementos en torno a los que debe girar nuestro proyecto futuro y para reflexionar sobre algunas incógnitas abiertas tras el 22 de mayo.
Cierto que múltiples han sido los análisis enumerando los motivos de un resultado demoledor para el socialismo español, gallego y coruñés, pero no lo es menos que dichos análisis deben servirnos para ir incorporando, al imprescindible debate interno, ideas válidas con las que reformular un proyecto cuya validez ha sido puesta en cuestión por el electorado. Cierto, también, que la dimensión de la derrota es de tal magnitud que debemos evitar tanto la deriva cainita como una reacción paralizante que limite la renovación precisa.
El 22 de mayo las urnas dieron la espalda a un proyecto socialdemócrata que durante los últimos treinta años modernizó municipios grandes y pequeños e incorporó, a la política local, los principios fundamentales del Estado del bienestar. El resultado es, en parte, respuesta a las políticas generadas desde el Gobierno de España tras el estallido de la crisis económica; pone en cuestión las respuestas generadas desde la izquierda gubernamental para el momento más difícil de la democracia. La concatenación de pésimos resultados en las sucesivas citas electorales en toda Europa nos sitúa ante el gran dilema: cabe una renovación de la izquierda democrática que se sostenga tras el paso de la crisis?. Son válidos todavía términos como bienestar o progreso tal y como han sido enunciados a lo largo de las últimas décadas?, esperan los ciudadanos propuestas nuevas que respondan a incógnitas hasta ahora nunca planteadas?..
Tenemos algo diferente que decir de lo que hemos dicho durante años y, sobre todo, tenemos una salida real para la crisis económica que no circule por los carriles diseñados por la derecha y el poder financiero?. Una izquierda que mantiene inalterable el mismo discurso de antaño pero que, además, impulsa medidas económicas similares a las que toman gobiernos conservadores no parece que tenga mucho crédito. Por otra parte la consciencia ciudadana de que el poder político se ha visto sometido al poder de organismos económicos internacionales, desconocidos y con escasa o nula raíz democrática, tampoco ayudan a la credibilidad de la izquierda.
La desesperanza e indignación de distintas generaciones ciudadanas cristalizó en un movimiento variopinto de consecuencias demoledoras para el PSOE en términos electorales. La foto de la crisis y el desánimo aderezó los últimos días de la campaña electoral y los votos blancos multiplicaron su presencia en las urnas. Qué significa el 15-m?; y lo más importante: queremos saberlo?. Durante los años del crecimiento económico, España – como buena parte de la Europa occidental- generó una sociedad acomodada y hasta a menudo regodeada en los éxitos económicos. No éramos ricos pero lo parecíamos. Individual y colectivamente. Nos acostumbramos a delegar las decisiones y desde las instituciones la gestión ocupó el espacio de la política y el diálogo. El propio Judt en su ensayo “Algo va mal” relata el temor de una ciudadanía paralizada por años de crecimiento y de indiferencia. Los últimos meses han revelado una realidad distinta: el paso de ser “administrados” a sentirse “ciudadanos” tras el doloroso peaje de la crisis y el desempleo.
Cierto que momentos y motivos para la indignación sobraron en un mundo injusto, pero es comprensible que la crisis vista de cerca haya espoleado a una sociedad demasiado anquilosada. Parte de la renovación debe consistir en el establecimiento de un nuevo diálogo con los ciudadanos, alejado de discursos mesiánicos y desde la humildad del servicio público. El valor de la política sólo se recuperará si los ciudadanos la hacen suya y si palabras como “participación”, “corresponsabilidad”, “transparencia”.. se llenan de significado. Sería un error devaluar o despreciar el movimiento 15-m con generalizaciones simplistas y errarían también los activistas si no encuentran un canal para convertir el movimiento de un mes en una nueva realidad de participación y transformación social incorporando sus demandas a las instituciones y a la política.
Pero si los factores generales están claros, no lo están menos los locales. Tras veintiocho años ininterrumpidos de gobierno local socialista el desgaste del proyecto y el desafecto del electorado es natural desde el punto de vista de la dinámica democrática. Las expectativas de cambio son inherentes al sistema y, por tanto, después de tres décadas victoriosas una derrota no puede ser inesperada. Lo mismo de ridículo sería obviar la necesidad de renovar proyecto y personas como negar que treinta años de gobierno, en democracia y en un entorno urbano, suponen una rareza. En cualquier caso, si queremos tener una oportunidad para recuperar el gobierno local, debemos esmerarnos en señalar nuestros errores y modificar aquello que dejó de funcionar y que ha contribuido a la derrota; la oposición debe significar también una oportunidad para recuperar fortalezas internas perdidas: grupos de barrio, equipos sectoriales, incremento de los liderazgos en el tejido social, utilización plena de las redes sociales para la participación de simpatizantes y ciudadanos, incorporación de nuevas voces y nuevas personas a los ámbitos de decisión…
Elaborar un proyecto renovado y válido, con credibilidad para presentarse ante los ciudadanos dentro de cuatro años, precisa de una oposición firme pero también de un esfuerzo colectivo metódico en el que no basta con la aportación del grupo municipal, de los dirigentes ni de figuras destacadas. El socialismo coruñés se hizo grande en torno a figuras emblemáticas pero también con una agrupación viva, robusta y sobrada de entusiasmo que aportaba ese plus de entrega que una organización necesita para ganar. En la abundancia, el éxito hacía más llevadero el esfuerzo; en nuestro momento más difícil, el motor del proyecto precisa alimentarse con ideas, compromiso, firmeza en las posiciones y claridad en el discurso. Nos necesitamos a nosotros mismos; necesitamos recuperar lo que fuimos pero, sobre todo, necesitamos señalar qué queremos ser. Y nadie hará ese viaje por nosotros.