miércoles, 3 de noviembre de 2010

MUJERES CON PODER (MÁS O MENOS…)


La victoria electoral de Dilma Rousseff coloca, por primera vez en la historia, a una mujer al frente del Gobierno brasileño; lo hace, además, en el momento en que este país se ha convertido en una de las potencias emergentes y en que, tras algo menos de dos siglos de independencia, el tópico de samba y favela va siendo sustituido por un Brasil potente económicamente hablando y solvente desde el punto de vista político. El triunfo de la señora Rousseff permitirá que dos mujeres se sitúen al frente de, probablemente, los dos países más influyentes de America latina, Argentina y Brasil, en un momento de especial sensibilidad en lo que a relaciones internacionales y política económica se refiere.

Efectivamente, Dilma Rousseff y Cristina Kirchner tienen ante sí la responsabilidad de tejer con habilidad el delicado entramado de la política común iberoamericana, hervidero de conflictos y plagado de personajes difíciles de definir y, aún más, de predecir. Sobre ellas girará una porción notable de las relaciones del continente con la América de Obama y especialmente con Europa y ambas tendrán lugar de privilegio – sobre todo la mandataria brasileña- en el foro de los países emergentes, llamados a desempeñar un papel crucial en la salida de la crisis económica. Pertenecientes a la misma generación, ambas comenzaron su actividad política en la juventud, si bien la militancia peronista de Cristina Fernández fue algo más plácida que el pasado guerrillero de la hoy Presidenta electa, aún a pesar de la persecución que el movimiento justicialista sufrió durante las dictaduras argentinas.

Sin embargo, algo más une a dos de las mujeres que forman parte del selecto club de las que han alcanzado el poder – reinas incluidas – y que no sobrepasan la veintena en todo el mundo; tanto Rousseff como Cristina F. Kirchner tendrán que demostrar que son capaces de gobernar sin la tutela de los varones que las precedieron en su puesto y las auparon a lo más alto de su carrera política. En el caso de la Presidenta argentina la duda es razonable, dada la peculiaridad de su acceso a la jefatura del Gobierno aunque este proceso no es nuevo en la historia del justicialismo argentino. Ahora, viuda de Néstor Kirchner, Cristina Fernández tendrá la oportunidad de demostrar que, como muchos piensan, será mejor dirigente sin la alargada e incómoda sombre de su marido y camarada. En el caso de Dilma Rousseff, las dudas se sustentan en el apoyo explícito que Lula da Silva ofreció a quien fuera su Ministra favorita y su persona de confianza, cuando las cosas iban bien y, sobre todo, cuando los escándalos de corrupción se llevaron por delante a una parte del Ejecutivo elegido por le carismático Presidente.

La Presidenta Rousseff tendrá que demostrar, por tanto, que además de ser una mujer de profundas convicciones ideológicas, una política de raza, una luchadora en todos los ámbitos públicos y privados, una gestora capaz y una persona honesta, puede gobernar Brasil sin que Lula da Silva la lleve de la mano… Es, en gran manera, la penitencia por ser mujer y esta duda encierra en sí misma el reto añadido al que deben enfrentarse aquellas que alcanzan puestos de extraordinaria responsabilidad: sus cualidades nunca parecen ser suficientes. Ni la aguerrida y austera señora Merckel, ni la carismática Bachelet, ni muchísimo menos la competente Hillary Clinton.. Ninguna de ellas se ha librado de la sombra de la duda ni su capacidad fue reconocida desde el principio, como habitualmente sucede con los políticos varones.

Se dudó de la habilidad de la señora Merckel para gobernar Alemania en coalición con el SPD al que prácticamente laminó en la siguiente convocatoria electoral; como la mujer no es simpática, ha tenido que asolar la UE una crisis desconocida para que su figura adquiriera la relevancia que, sin duda, merecía. El caos de Bachelet es ciertamente llamativo; de largo junto con Lula la mandataria más atinada, sensata y coherente de América Latina su valor y capacidad sólo fueron reconocidos una vez abandonó el poder. A la señora Clinton le sucedía lo contrario que a la mandataria alemana: tenía, al parecer, demasiada formación, demasiada locuacidad, demasiada experiencia y su brillo excedía las posibilidades del medio de absorberlo.. demasiada Hillary para quererla.. Al final, dos años después, en lo peor de las tribulaciones de Obama, su Secretaria de Estado es su valor más seguro…

La llegada al poder de Rousseff sucede poco después de que en España se desatara el debate sobre la integración de las competencias del anterior Ministerio de Igualdad junto a las de Sanidad y Políticas sociales y que la Ministra Aido – una de las políticas que han resistido con mayor solvencia la presión de la derecha social y mediática- aceptara permanecer como Secretaria de estado, algo que también hizo Beatriz Corredor – mujeres, ambas..- . Imposible no comprender la decepción de aquellas personas – mujeres en su mayoría – que saludaron la creación del Ministerio como el empujón definitivo a la igualdad de género a la hora de situarla en el centro de las prioridades gubernamentales. Sin embargo, convendría que el dedo no nos impidiera ver el sol: las políticas de género han sido prioritarias desde que Zapatero llegó a la Moncloa y de su compromiso se han derivado, no sólo normas de alcance sino decisiones que han marcado un punto de inflexión en el papel de la mujer en la vida pública.

Olvidaremos a la primera mujer que presidió un Consejo de Ministros?, no importa ya la decisión de un Gobierno paritario?, ha perdido validez la decisión de que una mujer liderara el Ministerio de Defensa?, olvidamos ya aquella primera imagen de la Ministra Chacón?.. De verdad nada ha valido para nada?. Tal vez debiéramos recordar – lobbys aparte - , en este momento, que tres de las carteras estratégicas en la política del Estado – Economía, Exteriores y Defensa – descansan hoy en manos de mujeres. Tal vez debiéramos empoderarnos todas con la relevancia del papel que hoy tienen las mujeres en el Gobierno de España y defender con uñas y dientes que las Dilmas, Cristinas, Chacón, Jimenez, Salgado, Pajín, Bachelet, nos representan a todas – aunque algunas no lo sepan – y que su relevancia ayuda a otras mujeres en sus carreras políticas. Tal vez, la mayor contibución al sentido del Ministerio de Sanidad, Igualdad y Políticas Sociales sea la constatación de que sus políticas de género han contribuido – y seguirán haciéndolo – al acceso de las mujeres a puestos de la mayor responsabilidad. Queda mucho camino por recorrer, pero el empoderamiento también hay que creérselo..

1 comentario:

ocarallo29decompostela dijo...

comienza la caqmpaña politica.. ver entrada de Ocarallo29decompostela


AMES SE DIVIDE... nuevo partido independiente....peligra el Bipartito...