
Más allá del revuelo generado en torno a la denuncia explicitada por el Secretario Xeral del PSdeG, Pachi Vázquez, acerca del malestar de facultativos en el Hospital da Costa – Burela – por el sistema retributivo de las “peonadas” en consultas, cabe preguntarse qué hay detrás de ese malestar y cuál es el objetivo final de dicho sistema retributivo. Porque cuando finalice el ruido de tanta queja y tanta honorabilidad maltrecha, sería bueno que quedara claro si estamos o no delante de un revival de la gestión sanitaria puesta en marcha por los conservadores británicos en la década de los ochenta.
El Gobierno Thatcher centró en la reforma del servicio público sanitario buena parte de sus estrategias liberales. Así, tras varios años de debate plasmado en el White Paper, se puso en marcha una drástica reforma, conocida como “Working for patients”, que afectó a la formación de profesionales, a la dotación de equipamientos y a la propia gestión, introduciendo criterios y mecanismos de gerencia privada que darán un vuelco al sistema público.
La gestión introducida por los conservadores británicos incluía un sistema de coste-servicio a gestionar por cada facultativo. Cada médico disponía de un dinero anual para atender a todos los actos – diagnósticos, quirúrgicos o terapéuticos – requeridos por su cupo de pacientes. Así, el profesional se ve obligado a introducir un nuevo elemento, el económico, a la hora de decidir el número de visitas, el tipo y número de pruebas complementarias y el tratamiento a elegir.
En España, el Informe Abril (1991) – en el que participaron expertos como Tuco Cerviño - evaluó este modelo que, posteriormente, Romay incorporará en sus “hospitales-fundación”. En 1995, la Asociación de Médicos Consultores del National Health System (el sistema de salud británico) analiza los resultados de esta reforma: se han incrementado los gastos burocráticos, ha disminuido la calidad en la asistencia y prácticamente ha desaparecido la investigación. Tony Blair eliminó este sistema de gestión tras la llegada de los laboristas al poder.
De las declaraciones recogidas en prensa se deduce que existe, al menos en Burela, un sistema que retribuye las “peonadas” con diferente criterio, según se dé o no el alta en la primera consulta. Dicho de otra manera: se prima la consulta única. ¿Reconocimiento a la eficiencia?¿Un incentivo a la buena praxis? ¿O la introducción de un criterio económico a la hora de atender al paciente? Estoy segura de que ningún profesional de la sanidad variará su criterio por razones crematísticas. No lo estoy tanto de que esto no sea la punta de iceberg para implantar, sin debate público ni conocimiento por parte de la ciudadanía, un sistema de gestión sanitaria cuyo fracaso ya ha sido demostrado. Porque más allá del honor médico que, a mi juicio, no ha sufrido menoscabo, el verdadero interrogante es: ¿estamos recuperando el “Working for patients”?. That’s the question!.
* Artículo publicado el 30 de noviembre de 2010 en La Voz de Galicia