jueves, 6 de mayo de 2010

QUIÉN VIVE EN EL NÚMERO 10?



Probablemente hasta bien entrado el viernes no podremos hacernos una idea clara de quién o quiénes han vencido en las Elecciones más reñidas de y esperadas de los últimos años en el Reino Unido. El elevado número de indecisos, los vaivenes de las encuestas a lo largo de la campaña electoral, la participación alta – al parecer - y un sistema electoral mayoritario dificultan prever un resultado que se ha ido tiñendo de incertidumbre conforme se acercaba el día D.

Han sido estas unas Elecciones especiales; no sólo por el momento de crisis económica y financiera en el que se enmarcan sino por la cantidad de novedades que han introducido en un país que es, para la mayoría de nosotros, sinónimo de estabilidad por lo que tiene de certidumbre y tradición. El bipartidismo es al longevo parlamentarismo inglés lo que las fresas y el traje blanco a Winbledon… pero parece que, a partir de mañana, los liberales dejarán de ser meras comparsas en la Cámara de los Comunes y el jovial rostro de Clegg pasará a convertirse en un habitual para los súbditos de su Graciosa Majestad.

Si el modelo puede cambiar radicalmente, con él lo hará un sistema electoral llamado a ser reformado por aquél que quiera el apoyo del “partido revelación”; los liberales venderán caros sus votos: la cabeza de Brown, si pactan con los laboristas y un nuevo sistema proporcional, si el elegido es Cameron. Los dos grandes deben asumir el peaje del tercero en discordia. Clegg lo tiene todo pensado, pero la duda se mantenía hasta hoy en el aire… será capaz, la tradicional sociedad británica, de decidirse por un cambio tan definitivo?. Ha llegado el día?.

Muchos analistas dudan aún de que esta “pequeña revolución” vaya a tener lugar y auguran que el joven, apuesto y ateo Nick no pasará de ser un “exotismo histórico”. Sin embargo, algo se mueve en la isla. En realidad lo revolucionario ha sido ya la propia campaña: tres candidatos con opciones; tres candidatos con acusadas personalidades, y a menudo distantes de las propuestas de sus formaciones políticas. El sobrio y taciturno Brown, moralista donde los haya, nunca ha llenado de gozo a los laboristas, acostumbrados al carisma – también discutido – de Blair. Cameron, empeñado en parecer una persona normal y no el chico privilegiado que fue, se rodeó de treintañeros progresistas en su gabinete, defiende la política social pública y pone de los nervios a los tories de “toda la vida”. Para completar el cuadro Nick Clegg puso la guinda: osado, inteligente, buen comunicador y laico hasta el radicalismo, el liberal convirtió estas dos semanas en un calvario para sus oponentes.

El Reino Unido vive, como el resto de Europa, una profunda crisis económica y financiera. Por si ello fuera poco, otros factores como la seguridad ciudadana, las dificultades de sostenibilidad de un sistema social que logró sobrevivir a la demoledora acción combinada de Tatcher-Major o las dudas eternas que suscita la UE tampoco ayudan al panorama.. La clase política ha pasado un par de años “horribilis” – en terminología de Isabel II - . La democracia que todos hemos admirado resultó ser un sistema por cuyas rendijas se colaba la corrupción y las dificultades en poner fin a tales desmanes dañaron por igual a tories y laboristas, alimentando la necesidad de aires nuevos. La ciudadanía pide cambio, pero quién representa ese cambio?..

En dos semanas, una joven abogada de Olmedo podría convertirse en “Primera dama”, aunque es improbable que los resultados permitan al líder liberal convertirse en Primer Ministro. Lo lógico sería que el cambio lo encarnase el Partido Conservador y su resuelto candidato, aunque algunos sospechan que Cameron no ha logrado persuadir a la mayoría de su solvencia para conducir al país en este complicado momento. Y Brown?... Diarios y opinadores llevan semanas enterrando el cadáver político del que fué amigo y sombra de Tony Blair, de aquél Ministro de Hacienda que, curiosidades de la vida, siempre vivió en el número 10 de Downing Street, ( en 1997, dado que el Primer Ministro tenía tres hijos pequeños mientras Brown permanecía soltero, los Blair se mudaron al más espaciosos y cómodo número 11 mientras el hoy candidato habitó el 10, aunque esta continuara siendo la residencia oficial), pero es posible que el reparto de escaños dé una nueva oportunidad a Gordon Brown, incluso a pesar de una parte de “los suyos”.

Mañana viernes la Reina no recibirá a nadie a primera hora, contra lo que es habitual al día siguiente de las Elecciones, para encargarle formar Gobierno. Tal es el nivel de desconfianza con los resultados que se han mantenido hasta hoy. Qué será, será…?, que diría la rubia Doris… Es posible que hasta dentro de unos días, contados los votos, repartidos los escaños y negociados los apoyos no despejemos la gran duda.. quién vivirá finalmente en el número 10?.

1 comentario:

RAS dijo...

Resultado curioso el que a estas alturas parece seguro: los laboristas bajan bastante, los Torys suben bastante pero no lo suficiente y los liberales de Clegg .... increiblemente bajan. Quién lo podía asegurar tras lo visto en campaña. Al final y pese al desencanto, hay crisis y nadie está para aventuras, el Reino Unido sigue aferrado al bipartidismo. No se sabe aún qué matemática electoral se impondrá, pero lo cierto es que Cameron no ha barrido cuando le correspondía, la crisis no ha rematado a Brown, sigue vivo y con alguna opción de formar gobierno. Yo que Rajoy me andaba con ojo, ya que aquí pueden pintar parecidas y cualquiera sabe. Cameron, al igual que Rajoy se ha caracterizado por no arriesgar ofreciendo alternativas ante la crisis y los electores se han limitado con darle una oportunidad ... para negociar, cuando él se veía sentado en Downing Street como amo y señor del palacio de Westminster. No se sabe qué puede pasar, pero desde luego ese palacio decimonónico pegado al Westminster Bridge parece que no verá una mayoría absoluta de los Torys. Al final, como ocurre frecuentemente en España, no hay que fiarse demasiado de las encuestas. Por estos lares aún nos quedan dos años y eso en política es un mundo.