viernes, 9 de octubre de 2009

AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS



Esta mañana en el Parlamento Méndez Romeu decía, medio en broma medio en serio, sentirse “aguirrista”. Estuve de acuerdo con él. En este mundo de muchos grises, una agradece que, de vez en cuando, alguien decida trazar una línea roja, aunque sea más por supervivencia política que por convicción democrática.

Está claro que esta mañana las fotos de los periódicos enfrentaban a Rajoy y Camps con su imagen desdibujada; Aguirre era capaz de hacer lo que ellos no podían o no querían.. apartar con decisión a aquellos imputados en la trama Gürtel y situarse tras un “cordón de seguridad” del que, hasta la fecha, carecen el Presidente del PP y el de la Generalitat valenciana. Hay gestos que valen más que mil declaraciones y hay decisiones que valen más que mil actos en plazas de toros abarrotadas. La Presidenta madrileña lo sabe y no parecía dispuesta a seguir manteniendo la política ficción trazada por Génova que, sencillamente, hace días dejó de ser razonable incluso para los más fieles.

Esperanza Aguirre es una dirigente conservadora con la no coincido en nada. Ni su política social – prácticamente inexistente – ni la sanitaria – empecinada en una preprivatización del sistema público – ni las prioridades de su gobierno figurarían entre las defendidas por un gobierno socialista. Sin embargo tiene algo que poca gente posee: valor. Es, eso si, un valor asentado en un profundo conocimiento de la realidad política y en una capacidad de análisis y diagnóstico esenciales para obtener un buen resultado. Aguirre es valiente pero no tonta; sabe cuándo y dónde debe dar el paso decisivo.

En un PP más bien planito y gris, lleno de eso que se denomina “políticos experimentados”, Esperanza Aguirre es el contrapunto, por mucho que le pese a Gallardón. Lejos del acartonamiento de la pandilla Faes y aún más del “reality show” en que parecen vivir Feijoo y Basagoiti, empeñados en parecer guapotes y modernos a toda costa. En las antípodas del “engolamiento divine” del Alcalde de Madrid y sin necesidad de construirse ninguna falsa identidad, Esperanza Aguirre es de derechas y no quiere parecer otra cosa; gobierna como si fuera de derechas y no lo oculta, es trabajadora y sabe que a veces – contadas, eso si.. – hay que llevar calcetines cortos con sandalias y mantener la cabeza alta…

Jamás votaría yo a Esperanza Aguirre, pero en política, como en todas las actividades humanas, hay un montón de personas que eligen un tono neutro en el que, efectivamente, puede una sobrevivir durante décadas, y mantenerse inmóvil en algún espacio intemporal. Otras personas como la señora Aguirre, tal vez no lleguen nunca a liderar su partido y mucho menos a gobernar un país entero, pero consiguen que un jueves cualquiera los ciudadanos descubran que ser un líder es, también, ser capaz de decir… “hasta aquí”.

3 comentarios:

osus dijo...

Pero, ¿esta no era la chica que llegó al gobierno de Madrid vía TAMALLAZO?
Pues entonces, ¿a quién quiere engañar?

AUTOPROTECCION dijo...

El impeachment de Clinton no se desencadenó por una ración de sexo a pedir de boca con una becaria, sino por haber mentido.

También las mentiras de Nixon, obstruyendo la acción de la Justicia, pusieron fin a sus días en la Casa Blanca. La política aporta un largo capítulo de la Historia de la Mentira; y tal vez la próxima anotación en ese memorial sea Salvador Fernández Moreda.

Salvador F. Moreda HA MENTIDO a la Agrupación socialista coruñesa.

Ha dicho que no recibían ningún ingreso de Caixa Galicia, Pues, es MENTIRA.

Se pude contrastar estsa información en la página 89 de las cuentas anuales consolidadas de 2008 de Caixa Galicia que se pueden consultar en:

http://inversores.caixagalicia.es/

Se entra en cuentas anuales consolidadas de 2008 y se aprecia la GAN FALSEDAD Y MENTIRA DE MOREDA.

Por este MOTIVO, DEBE DE DIMITIR.

Anónimo dijo...

Esperanza Aguirre es lo mejor que hay hoy en la Política Nacional. Una Política de primer nivel con todas las virtudes que deben adornar a un auténtico líder. Confieso mi admiración y no oculto mi deseo (esperanza) de que pudiera llegar a gobernar este país algún día.

Fdo. O